UPyD, el niño que quería andar solo

Quizá sea hora de dar el relevo a otro, de cambiar el rumbo trazado hace tantos años y dejar que otras mentes piensen.

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Siempre he sido un defensor a capa y espada del partido que más compaginaba conmigo. No obstante, desde mi parecer, he mantenido a la razón a mi vera preguntando y analizando cada movimiento dudoso de la formación.

Quise llegar al fondo de la cuestión cuando Toni Cantó tuvo su metedura de pata con el asunto de los toros. Obviamente volví a indagar cuando lo volvió a hacer con el tema del maltrato doméstico. Recientemente, cuando UPyD no apoyó una medida para los desahucios en el parlamento europeo tal vez pequé de ingenuo pensando que sus razones lógicas tendrían.

Eso sí, hay una cosa que llevo reprochando desde hace mucho tiempo. Cada vez me zumba más fuerte la mosca tras la oreja y siempre ha sido punto de partida en muchos debates que había tenido en la calle. La señorita Rosa Díez, como fundadora de UPyD, debería velar como nadie por los intereses de lo que ella había gestado. A veces, cuando un niño que siempre ha ido de la mano, te pide que le sueltes tendrás el temor de que al dejarlo libre se tropezará. No hay mejor maestro que el error y mejor galón que la cicatriz.

Voy a hacer uso de la confianza entre escritor y lector. Voy a hablar de tú a tú; Rosa Díez es como esa madre sobreprotectora que aún no ha cortado el cordón umbilical con su criatura. Eso, nada más que eso, está matando al partido.

UPyD ha perdido su opinión propia y la ha sustituido por la de Rosa Díez. Ha olvidado sus principios, el cómputo de seguidores de esa mujer hace que ésta jamás abandone la cúpula magenta imposibilitando la evolución.

Nos encontramos en un momento decisivo para la democracia española. El PPSOE se hunde lentamente sin pausa, la izquierda parece despertar de su gran letargo con dos partidos fuertes obligados a entenderse y el movimiento ciudadano empieza a cobrar peso. Rosa Díez, si de verdad cree en su programa, debe aliarse con C´s. Pesa más un sillón, por muy insignificante que sea, que compartir una banca mayor con otro igual.

Una lástima que en este punto determinante el egoísmo aleje a la marea magenta de ser un partido decisivo. Dudo que una varita mágica obre de las suyas y de pronto los votantes se tripliquen haciendo que la presencia deje de ser anecdótica en el Parlamento Europeo o en el Congreso de los Diputados.
Para intentar apagar una hoguera que cada vez prende más fuerte suprimen a Francisco Sosa Wagner de Europa. Un gran pensador acusado de “nombrismo” ante unas siglas que son lo máximo. ¿En serio no miramos quién lanza esa acusación? Vergonzoso.

Es cierto que compagino con esa mujer en ciertos ideales; eliminar aforados, una ley electoral más justa, recortar en gastos políticos, una financiación más lógica de los partidos políticos… Obviamente no suprime mi decepción ante el nefasto afán de protagonismo.

Mi ruta a seguir es que la señora Díez lea las intencionalidades de voto, la opinión pública de su formación y espere sentada al más que probable batacazo electoral dentro de unos meses.

Agradezco desde mi tribuna la valentía de fundar un partido nuevo, un partido que sonaba a aire fresco de una realidad política tan viciada. Los pasos tan honorables que dio al principio para darse a conocer y todas las medidas que propuso cuando fue congresista por primera vez con su partido. Quizá sea hora de dar el relevo a otro, de cambiar el rumbo trazado hace tantos años y dejar que otras mentes piensen.

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