Es lo que nos enseñan desde pequeños. Esa señora vestida con una toga, con una balanza y una espada, ojos vendados, rostro inexpresivo. Fría, alejada de tu causa. No le importa nada. Solo hacer lo que se debe de hacer.
El problema radica cuando dos corazones se enfrentan. Los sentimientos pueden chocar como dos frentes de aire a diferentes temperaturas, formándose un ciclón de tres pares de cojones y empezar a tronar a diestro y siniestro. Tranquilidad, nos pondremos una venda y decidiremos.
En España tenemos juicios en todos lados, de mayor o menor magnitud, eso lo decidirán las cámaras. Si tu debate sale en la televisión, ten por seguro que va a crear pasiones. ¿Cuántas causas habrían quedado raudas en el olvido si no fuera por el bombo de una televisión privada?
Una lástima que algunos buitres vivan de las desgracias de los demás, o de las fechorías. La justicia tiene mucha tarea y muchas veces se transforma en una señora que llora con un pañuelo.
Las pequeñas pantallas nos desengañan de lo que afirman las grandes. No siempre gana el bueno. El pobrecito de turno no acaba siempre beneficiado al final de la trama. El corrupto no siempre es encarcelado. Los terroristas no se pudrirán en la cárcel. ¡Cuánto daño ha creado el cine!
La generación de ahora estamos involucrados en una trama que ya lleva varios capítulos. El tema del día, los terroristas de verdad, no los del Harlem Shake, están siendo excarcelados a cuenta gota. Poco a poco, sin pausa, como un llanto contenido en un recipiente más pequeño.
El fascismo lo hizo pasar mal a aquellos vascos reprimidos. No lo pongo en duda, no obstante, recuerdo que nadie lo pasó realmente bien. Aldeas vascas fueron deshonradas, al igual que mucha gente de ciudad de cualquier lado de España. ¿Es por ello justificable que una famosa organización terrorista masacre a ciudadanos inocentes años después?
Nos metemos en sentimientos, deseos, opiniones subjetivadas y demás sandeces. Sinceramente, yo me quedo con aquel dicho de ‘Si quieres que te respeten, respeta’. Nunca comprenderé el rebajarse a un acto tan despreciable como el quitar la vida por venganza. Jamás veré con buenos ojos el asesinar a gente inocente que poco, o nada, tenían que ver con la falange.
Ahora que por fin España pasaba página, o esa impresión daba, viene un tribunal de otro lado, que no ha compartido nuestra historia, con una justicia totalmente ciega, dictaminando una sentencia legal. Válgame la redundancia, una justicia no justa, sino legal.
Entonces, deberíamos sustituir a aquella pobre ciega, esconderla en un armario y poner a Doña Legalidad, una temible mujer de brazos fornidos y mirada penetrante, armada hasta las trancas y con un hueco en el pecho. Puesto que lo que se está impartiendo estos días no es justicia sino pura ley.
No me remito a este caso, otros tantos llegan a nuestro conocimiento. La sentencia del Prestige, las modificaciones sobre los impuestos del EuroVegas, los vacíos legales en los casos de la corrupción de alto standing… En fin, se imparte ley, que no justicia, eso dejémoslo para las películas de cine.
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