A lo largo de los años, he visto muchos intentos por revivir una ciudad zombie. Una ciudad, que como haya levante, ya puede ser verano, que las calles vagan en tremenda soledad envueltas en un silencio largo acompañado por el ulular del viento.
Salvo casos puntuales, cuando hace bueno, sin viento y una temperatura agradable, las calles principales revientan con ciudadanos y visitantes. Eso es lo que realmente le interesa a San Fernando, una actividad nocturna constante, cosa que ayuda mucho a la hostelería y al tramo final de los comercios. Una ciudad con movimiento es una ciudad con buenos síntomas económicos.
Es verdad, no me acribillen, que están los que salen sin gastar nada, disfrutan de la noche con los amigos y sin un euro en la cartera. No obstante, no es ni la mitad de los casos, puesto que aunque consuman lo más mínimo, ya es un beneficio para el puesto afortunado. No todos van a ser grandes compras, pero poco a poco se formó Roma.
Gracias a Acosafe y al Ayuntamiento nos hemos encontrado muchas cosillas, que si mercado medieval, que si la noche blanca, que si trenecito y puestecitos en navidades… Muchas cositas para reavivar la ciudad. Ideas muy buenas, pero muy cortas.
Iniciando mi debate desde lo más novedoso para mí, la noche blanca, fue una idea que me gustó bastante pero sin parangón a lo largo del año. Voy a intentar explicarme antes de que me suelten un insulto por hipócrita. La cosa es fácil, existe una idea buena, existe predisposición por la gente para salir, existen colaboradores artísticos a patadas para ayudar con sus espectáculos y darse a conocer, las tiendas, mientras puedan, encantadas de la vida por seguir vendiendo de noche… ¿Entonces? ¿Por qué no repetirlo una vez a la semana? ¿Cada quince días? Siempre en época estival, aunque con el espíritu navideño fuera, seguro que también triunfaría.
Intentamos darle vida a una ciudad con más leyes disuasorias que de fomento. Un hostelero que ve como en plena época de crisis, en el mejor momento del año para ellos, les prohíbe estar abiertos después de las dos… En plena calle real… Pues la verdad, no ayuda en nada.
Estamos en un país libre, y no estoy obligando a nadie, no obstante, creo que cada uno podría mantener su negocio abierto hasta que crea conveniente, siempre y cuando cumpla con las normas del silencio; yo te doy libertad a ti para que abras tu tienda, sin embargo, déjame dormir tranquilo vecino.
Volviendo al tema de los eventos que intentan revivir la ciudad, el mercado medieval, por analizar otro. A menos que estés apuntado a acosafe, y tengas cosas “medievales” que ofrecer, poco o nada te beneficia eso. Asimismo, este año, a mi parecer, han hecho la mayor estupidez del mundo… Unir una irrisoria feria del libro con la feria medieval… Olé. Si ya en España cuesta que la gente se compre un libro, encima pon una miniferia del librillo, y asociala a otra más grande y con una apariencia más apetecible.
Pero vamos, algo que nunca dejará de atraer a la gente, ya que cada uno piense lo que quiera sobre ello, es la feria de la sal, y su hermana pequeña, la feria de la Casería. Que opino yo, si ambas ferias dan por saco hasta las tantas… ¿Qué más da que un bar esté abierto sinhacer jaleo hasta las tantas? Y por mucho ruido que puedan hacer personas hablando y riendo en la terraza… Jamás hará tanto como varias casetas unidas con sus altavoces al tope…
Incongruencias que nos dejan en el sitio de siempre… Reviviendo a San Fernando, y no disfrutando de una isla revivida, lugar de parada de jóvenes de los alrededores y de turistas de más allá de nuestra Bahía.
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