Las cosas seguirán ahí

Este mes hará un año sin ver a tu mecedora bailar al son de tus pensamientos.

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¿Qué somos? No somos más que meros granos de arena esparcidos en una gran roca con muescas. Poblamos todos sus orificios y su superficie, algunos recodos quedan sin cubrir, no obstante, en su mayoría lo tapamos casi al completo.

¿Y después? El tiempo pasa, el viento sopla llevándonos a su cauce, ya sea por la brisa temporal, o bien por una ráfaga inesperada. Nos volatilizamos sin darnos cuenta, sin previo aviso. El aire nos degrada a la menos expresión e importancia.

¿Para qué? Buena pregunta, deambulamos imponiéndonos pruebas y más pruebas. Escalafones por superar, trabajos por realizar, metas por cumplir. Erosionamos la roca por ampliar fronteras, queremos tenerlo todo, sin apreciar lo que poseemos en el presente. Miramos hacia delante sin torcer la mirada al hermoso paisaje que dejamos atrás, sin degustar lo que nos brinda el momento.

¿Eso es bueno? No lo sé. Las cosas son así porque así nos las imponen. Sin un papel que certifique tu saber, no eres nadie en esta vida, sin pagar y pagar por obtener no mereces nada. Un conocimiento de calle es insuficiente para aportar algo a la sociedad. Necesitamos ser enclaustrados y moldeados como nos requieran.

¿Y luego qué? Luego se servirá y se trabajará como el que más, o se intentará subsistir como más buenamente se pueda hasta que la brisa, o la ráfaga venga a por nosotros y nos evaporemos hacia el más allá.

¿Qué les ocurrirá entonces a los demás? Las demás motas de arena pensarán y se acordarán de nosotros. Algunos momentáneamente, otros no nos olvidarán jamás. No obstante, la historia debe continuar. Vendrán las festividades, las estaciones, las novedades y todo lo que nos depare un futuro predefinido sin apenas notarse la falta. Alrededor tu hueco será lleno por otra mota…

En definitiva, las cosas seguirán ahí. No cambian las situaciones, cambian quién las realiza. Las navidades, la semana santa, la feria, todo lo que nos rodea, la escuela, el ayuntamiento, San Fernando entero, seguirá ahí… Pero nosotros no. Con el tiempo las generaciones se seguirán sucediendo sin posibilidad de detenerlo. Tan solo somos polvo y cenizas.

¿Hay que deprimirse? Para nada, carpe diem, disfruta de los que siguen ahí, vivan el día a día. Las metas tendrán que ser impuestas, puesto que la sociedad así nos lo exige, sin embargo, no se las tome como algo personal. Podemos maquillar nuestro destino para hacerlo más llevadero.

Por suerte, o por desgracia, los granos de arena se regeneran, y cuando yo me vaya, otro joven vendrá dispuesto a expresar su opinión. No quiero decir, que seamos máquinas carecientes de sentimientos, mis antecesores siempre seguirán ahí, y ellos están en mi memoria.

La verdad es que es difícil cerrar un capítulo, y más cuando la brisa se lleva algo que siempre ocupaba tu lugar. No obstante, no debemos ser egoístas del pésame, puesto que habrá otras motas que nos rodeen y nos den el aliento. Empero, es complicado no dejar encajada una puerta cuando una fecha importante viene.

Este mes hará un año sin ver a tu mecedora bailar al son de tus pensamientos.

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