Hobbies y realidad

Desde que nacemos, hasta que morimos, tenemos la vida hecha, realmente no somos dueños de nuestro destino.

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Uno empieza a crecer cuando se inicia en las altas prácticas del estudio, ya sea universitario o de grados, cuando ya no sale a ver tiendas, sino a echar currículos en todo negocio viviente. Uno ya no imagina una vida perfecta, a su manera y estilo, simplemente imagina como poder vivir dignamente con salud, amor y algo de dinero para tirar hasta fin de mes.

Entonces, en este pensamiento que la sociedad nos intenta implantar, puesto que si no cumplimos llegarán los azules y nos echarán de casa, ¿dónde entran nuestros hobbies y nuestros sueños?

De pequeño uno intenta imaginarse siendo detective, músico, escritor… Tantos oficios difíciles de llegar. Sumado a un modo educativo anti-creativo, basado en la burda ética de aprender y repetir. No se fomenta con ello la lógica, la imaginación, el ingenio. Solamente memoria, con eso se llega a cualquier escalafón estudiantil. La dificultad de los niveles simplemente se basa en la cantidad de palabras a insertar en el cerebro cual máquinas de almacenamiento.

Con el tiempo uno se va mirando en el reflejo de su ventana, tras este va quedando aquél inocente que soñaba con ser un gran artista, que si tenía suerte, sus padres le llevaban a clases de su gusto, sin embargo, la vida sigue su cauce y cada vez hay menos tiempo para ello, o el dinero familiar se tambalea por una crisis que nos azota con su yugo.

De todos estos, pintores, futbolistas, atletas… Solo unos pocos son los elegidos que pueden afirmar con orgullo; “vivo de ello”. Los demás, nos quedaremos sentados estudiando día tras día, buscando un curro que nonos gusta, pero da para vivir, y así pasar páginas de nuestra historia.

Tampoco hace falta fantasear para ser feliz, es decir, hay quienes tienen un trabajo no mediático y están donde quieren. Otra desidia para conseguirlo, puesto que hoy en día existen carreras sin futuro, estudios sin salida. En este aspecto tampoco es sencillo, ¿por qué seguir adelante pues? Porque gusta, porque vivimos en una bola de fantasía con un anhelo de que la normalidad vuelva y salgan plazas de trabajo.

A lo largo del camino que tenemos que andar, transcurrimos por muchas etapas; modas, diversos hobbies que nos atraen, situaciones que queremos que sean eternas… No obstante, como los años, se van sucediendo simultáneamente, empero alguna nos marca más que otra, y más sin son hobbies creativos. Puesto que para vivir de ello no se puede, muchas veces no vemos, o no queremos ver, lo que la realidad celeste nos depara.

Muchos de tus momentos quedaron olvidados en un cajón, en un armario, casi olvidados ya, inexistentes, vendidos al mejor postor, o tal vez tirados en una bolsa de basura para no regresar más. ¿Qué fue del niño, o niña, que soñaba con ser cantante? Pues a ese crío se le ha dado tal paliza de realidad, que dejó los ritmos por los mapas geográficos, o por unas pruebas físicas para unas oposiciones… Y es lo que hay.

Como si de la saga de “Los Inmortales” se tratase, solo puede quedar uno, uno de un gran radio que con mucho dinero, tiempo, técnica y suerte, llegue a vivir de lo que realmente le gusta… ¿Eternamente? Tampoco se sabe, si es vivir a costa de una habilidad… La fama no es eterna.

Así que, desde que nacemos, hasta que morimos, tenemos la vida hecha, realmente no somos dueños de nuestro destino, eso es pura fantasía. Al nacer tenemos que ir aprendiendo, para entrar con buen pie en una primaria, que precederá a una secundaria, la cual nos ofrecerá varios destinos, que realmente todos desembocan en un intento de vida laboral, o en la universidad. Para luego seguir estudiando, o encontrar de una vez el trabajo. Así tendremos nuestra casa, con nuestros gastos y punto.

Es decir, ¿dónde queda la imaginación? El afán por escribir, hacer cortometrajes, conocer la naturaleza, disfrutar de unos años de una gran dosis de la vida, sin estar perdiendo el tiempo… Pues eso, en tus ratos libres, si los puedes tener.

Y cuando nos demos cuenta, estaremos en nuestro réquiem. Tendremos, con suerte, algunas historietas que contar a nuestros descendientes… Simplemente, unos pocos podrán decir que vivieron de lo que quisieron. Es ese el debacle entre hobbies y realidad.

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