Publio Toni Escipión

He escogido a Toni Cantó por el simple hecho de que es el más criticado, debido a que es el más expuesto.

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Hoy vuelvo a la palestra con el asunto de las comparativas históricas. Esta semana ha ocurrido un caso que me ha llamado la atención y me ha recordado a un suceso en el pasado… Nos retrotraemos a la época romana, la época de los cónsules.

Allá por los finales del primer milenio antes de Cristo nos encontramos a un patricio, Publio Cornelio Escipión, recordado por sus hazañas contra Aníbal Barca en África, de ahí su apodo “el Africanus”. Este personaje romano era un extravagante para su tiempo. Nos encontramos con una sociedad romana encerrada en sus costumbres, en sus defectos y en sus voluntades. Publio, gran admirador de Grecia, intentó transmitir con sus años como tribuno, cónsul y procónsul la cultura griega con el teatro, los textos de los filósofos y las estrategias militares que reinventaba y usaba contra su principal enemigo, Aníbal de Cartago.

Fue duramente criticado por esto, entre otras cosas, por grandes hombres, como Quinto Fabio Máximo y su aprendiz Marco Porcio Catón. Hombres de viejas costumbres, nacionalistas con la cultura romana, creían que ellos solo tenían la verdad única y absoluta.

Quinto Fabio por ejemplo consiguió durante varios años ser elegido dictador y, aunque sus actos eran positivos para Roma, había muchos sacrificios de por medio y gran cantidad de vidas vertidas para nada… Compensaba mínimamente. Asimismo, ambos se hartaron de destruir a sus contrarios en la política, aunque eso significara dañar a Roma; todo vale por la causa justa.

Publio Cornelio Escipión otorgó grandes victorias contra Aníbal Barca, superando poco a poco la gran crisis que el cartaginés originó a Roma durante tantos años y que muchas vidas, de aldeanos hasta patricios importantes, arrebató. El pueblo volvió a creer en la salvación, de pequeñas masas se fue pasando a casi toda la capital romana, y después a ciudades adyacentes, la leyenda del salvador de Roma crecía. Máximo y Catón se encargaron de que aquello desapareciera, vertiendo ataques en el senado y dificultando las labores militares de Publio para que fracasara y muriera, aunque ello significara perder más batallas contra Aníbal, cientos de vidas y dinero. Todo daba igual.

Es cierto que Publio Cornelio Escipión, con el paso del tiempo, algunas de sus decisiones fueron erróneas. Quizás fuera la presión a la que era sometido constantemente, o tal vez perdiera las formas cayendo en la trampa de sus contrincantes; todos somos humanos y podemos equivocarnos. Su famoso acto lanzando las tablas de las cuentas ante los pies de sus rivales en el senado, o su orgullo final antes de ser condenado al ostracismo en Roma… Tal vez todos nos podemos llegar a equivocar.

Por ello, esta comparativa con la actualidad, con Toni Cantó, político del UPyD. Obviamente no es un general, ni estamos en Roma, pero sí estamos en una sociedad en crisis, con unos políticos que mandan muy conservadores y elegidos por un pueblo que ahora se esconde. También es comparable el raudo auge que ha tenido UPyD en tan pocos años, y como sus palabras tienen tanto revuelo.

He escogido a Toni Cantó por el simple hecho de que es el más criticado, debido a que es el más expuesto. Es el único que intenta transmitir corrientes nuevas, que dice lo impensable. Del mismo modo que Publio Cornelio intentó imponer el teatro griego a una sociedad tradicionalista, el único que fue capaz de decir claramente que el senado romano estaba intoxicado.

Todos somos seres humanos, y cuando cometemos errores debemos pedir disculpas raudamente, y eso también lo ha hecho Toni Cantó; mientras otros siguen gobernando cobrándose vidas humanas por sus recortes sin inmutarse. Mientras que Toni se imponía como una verdadera alternativa a salir de la crisis, llegaron los medios y en dos semanas tergiversaron una y otra vez sus palabras para hundirlo… Eliminar cualquier rasgo de alternativa al bipartidismo.

Digan lo que digan, de la Roma imperial, a la España del siglo XXI, poco o nada ha cambiado. Siguen gobernando unos tradicionalistas, que hacen lo que sea por llevar a cabo su programa, y para poder vivir cómodamente ellos, sin importarle la plebe, tan fácil de manipular y de convencer.

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