Insanidad pública

Todavía quedan unos pocos que tienen el descaro de decir que la sanidad andaluza es de las mejores. Y yo pregunto… ¿comparada con cuáles?

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Me hace gracia lo que son las casualidades de la vida, cómo una ministra de sanidad puede apellidarse Mato, verbo del acto que está haciéndole a España. Me hace gracia cuando en Andalucía la Junta que nos toca tener se parte el pecho diciendo que tenemos una sanidad a imitar en el resto del país. ¿Perdón? Una sanidad que luce estrellas falsas por su competencia y su calidad en el servicio.

Hoy les escribo por y para una sanidad digna en mi tierra, en concreto voy a por los directivos de nuestro SAS. Les escribo a ese ministerio andaluz de sanidad, el cual se juega el uso de un hospital sin mirar en lo que puede beneficiar a un pueblo que no le queda ilusión. Un pueblo que sólo le queda amor, ya que el trabajo está en sequía y la sanidad nos la están quitando.

Una sanidad que lleva un retraso en sus listas de espera de cifra récord. Hablándole con datos, puedo confirmar que en ciertos sectores la espera asciende a los cinco meses, o más. Y si la rapidez brilla por su ausencia, las posibilidades de trato tampoco es cosa fina.

Hablo de los desbordados hospitales que tenemos, la falta de personal y de lo mal equipados que están. ¿Dónde se encuentra el sobresaliente del servicio? Auxiliares de enfermería haciendo trabajos de enfermeros. ¿Y los médicos? Esos trabajadores en peligro de extinción que luchan sin capa ni espada, porque no hay suficiente para todos, en un empleo que se juegan vidas y vidas.

De todo hay en la viña del señor, y alguno que me lea podrá decir que su médico no es el mejor, ¿pero sabemos el por qué? Tal vez sea su persona, y te tocó el gracioso de turno, pero, ¿y si es porque no da para más? ¿Se ha parado usted a pensar a cuántos tienen que tratar en un mismo día?

¿Y los de arriba? A los de arriba no se les ocurre otra brillante idea que trastocar la bolsa de trabajo de los miembros de la sanidad y no actualizar las puntuaciones de cada servidor. No obstante, la nota de corte sí, esa sí sube. ¡Olé!

Esto último ha sido actualizado hace poco gracias a compañeras que se pusieron en huelga de hambre, primero en Cádiz y luego en Sevilla. ¿Hay que llegar a esos extremos para conseguir trabajo y una sanidad digna? Pues sí, hasta que no ocurren casos así, los mandamases no se dan cuenta de las cosas. ¡Qué sí se las darán! Pero a ellos, ¿qué les importará que tú tardes medio año en ser atendido, y que tú no tengas un trabajo que te mereces?

Todo da igual en esta vida, mientras nuestra mierda, y perdonen mi lenguaje, no les salpique a ellos. Gente que no son capaces de sentarse a hablar con los representantes de una manifestación en su misma puerta. Monstruos, porque es lo que son, que no manejan un servicio, sino cifras. ¿Y el pueblo de fuera? Algunos callan, otros se echan a sí mismo la culpa y unos pocos se mueven.

Esto es lo que tenemos, lo que nos merecemos, un pueblo adormilado viendo cómo sus comodidades van desapareciendo y nos retrotraemos a un periodo “clásico” donde el kit completo se lo llevaban sólo unos pocos afortunados.

Yo, como estudiante, he ido a diversas manifestaciones y, sinceramente, creo que las protestas sobre la sanidad deberían de ser de asistencia obligatoria. Tarde o temprano tendrás que ir a visitar al doctor.

Este es un tema que nos afecta al completo, y deberíamos de estar al frente con el personal sanitario. Por desgracia, no todos los que están dentro reman para el mismo destino. Todavía quedan unos pocos que tienen el descaro de decir que la sanidad andaluza es de las mejores. Y yo pregunto… ¿comparada con cuáles?

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