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"Los bots rusos sobre Cataluña recuerdan a técnicas de la Guerra Fría"

Pérez Triana, especialista en conflictos, geopolítica y fuerzas armadas, analiza en esta entrevista el pulso de Rusia con Occidente y su sombra sobre Cataluña

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  • El analista de seguridad y defensa Jesús M. Pérez Triana -

Cualquier español que haya estado mínimamente informado en los últimos días se habrá enterado de las acusaciones del Gobierno de España contra Rusia por una supuesta injerencia del Kremlin en la situación de Cataluña. El Gobierno español ha constatado la intervención de grupos rusos para promover en Internet el ya fallido referéndum para la independencia de Cataluña. Cuentas afines al Gobierno de Putin, habrían logrado dominar ampliamente la conversación online sobre el referéndum con mensajes favorables al proceso soberanista, incluyendo un gran volumen de informaciones y noticias falsas (las conocidas como “fakenews”).Nos hemos de preguntar entonces ¿qué interés puede tener el gobierno de Vladimir Putin en la independencia de Cataluña? ¿hasta qué punto se ha exagerado la información por parte de los medios españoles? ¿son estas afirmaciones parte de cortina de humo para esconder otros temas?

La crisis catalana no fue un episodio de ciberguerra ni nada parecido. Dentro del campo de la guerra de la información fue una batalla de narrativas.

Lo cierto es que un estudio publicado recientemente por el prestigioso Real Instituto Elcano afirma que "Rusia está en la guerra de la información con España y el resto de los países europeos". Si bien no existen “huellas informáticas” de que la injerencia proceda del Gobierno de Vladimir Putin, se ha podido confirmar que los hackers estarían instalados en Rusia y sus procedimientos serían muy similares a los empleados en las elecciones de EEUU y el Brexit. El estudio, firmado por la investigadora Mira Milosevich-Juaristi afirma además que "el objetivo de Rusia no es la independencia de Cataluña pero es una oportunidad para debilitar la UE y desacreditar la democracia española y las instituciones europeas y su orden democrático"

La investigación,parece confirmar las palabras del ministro de Exteriores Alfonso Dastis quien aseguró en una entrevista a la Cope que existen "informes bastante contrastados" que acreditan que un grupo de hackers rusos estaría actuando para "desestabilizar" a la Unión Europea. En palabras del ministro "parece que hay informes bastante contrastados que acreditan que las redes rusas o hackers están detrás de algo que no es exclusivamente contra España, sino una manera de desestabilizar a la UE"Por su parte, el presidente Mariano Rajoy afirmó al diario alemán Handelsblatt que “no es ninguna casualidad que todas las actividades para el apoyo a la independencia de Cataluña se canalizaran en las redes sociales por las mismas vías que otros movimientos claramente anti-europeos (…) En las cuentas españolas de Twitter sobre el tema catalán había muchos perfiles falsos. Más del 50% están registrados en Rusia y un 30% en Venezuela. Tan solo el 3% de las cuentas eran reales”.

Para arrojar un poco más de luz sobre este tema, hemos entrevistado al analista de seguridad y defensa Jesús M. Pérez Triana (Santa Cruz de Tenerife, 1975). Autor del libro Guerras Posmodernas, Pérez Triana es especialista en conflictos, geopolítica y fuerzas armadas, con especial atención a la denominada como Nueva Guerra Fría que enfrenta a  Rusia con Occidente.

Antes de profundizar en la materia nos gustaría poner en contexto a nuestros lectores ¿Cómo es la relación que existe actualmente entre Rusia y España? ¿Qué interés puede tener Rusia en inmiscuirse en los asuntos internos de España?

Las relaciones entre España y Rusia están afectadas por las sanciones impuestas por la Unión Europa a Rusia tras la anexión de Crimea en 2014. Pero digamos que España ha tratado de mantener un perfil bajo. Cumple con sus obligaciones como socio comunitario. Dehecho las exportaciones agrícolas españolas a Rusia han caído por ello. Pero, para cabreo de países aliados como Reino Unido, hasta el despliegue del portaaviones ruso en el Mediterráneo, los buques de la armada rusa hacían escala en el puerto de Ceuta. Y desde el 2015 la cifra de turistas rusos que vienen a España se ha recuperado mientras que en 2018 llegará a España gas natural licuado ruso procedente de Siberia. Por tanto, a pesar de situarse en bandos geopolíticos contrarios, España y Rusia mantienen unas relaciones que son principalmente comerciales sin que ninguno de los dos países sea un mercado estratégico para el otro.

El posible interés de Rusia de generar crispación y afectar la vida política de los países de la OTAN tiene que ver con la debilidad de su posición. Se trata de un país que en 2016 tenía un P.I.B. inferior al de Canadá o Corea del Sur pero aspira ejercer un papel mayor que el de potencia regional. Así que es lógico que desde Moscú se aspire a debilitar uno a uno sus rivales geopolíticos. Hitos como un presidente aislacionista en la Casa Blanca o el Reino Unido abandonando la Unión Europea son positivos para Moscú. En el caso de España la fractura de un país europeo podría servir de estímulo a los movimientos secesionistas en otros países. 

La guerra de la información combina la ciberinteligencia, propaganda, desinformación y la colaboración entre diversos actores con el objetivo de ganar influencia y menoscabar la de los rivales. La historia reciente ha demostrado que Rusia no es ajena a esta clase de acciones. Es más, la guerra de la información es una estrategia militar definida en la última Doctrina Militar de la Federación de Rusia, oficial desde 2014. ¿Hasta qué punto podemos afirmar que lo ocurrido en Cataluña forma parte de la estrategia militar rusa de desinformación perfectamente organizada?

A día de hoy, lo único de lo que tenemos constancia es de la activación de legiones de cuentas de Twitter con un comportamiento robotizado ("bots") difundiendo noticias y reportajes de medios estatales rusos que favorecían la narrativa separatista en Cataluña. Es un fenómeno visto anteriormente en las elecciones estadounidenses, francesas o alemanas. Más que una estrategia perfectamente organizada parece una acción de bajo coste para generar ruido en las redes sociales. Yo personalmente dudo que esas acciones hayan tenido mucho impacto en el desenlace de los acontecimientos. Al final, la huida del presidente Puigdemont a Bruselas tuvo más impacto en desinflar el relato épico y romántico de los separatistas a ojos de los políticos y periodistas europeos.

Algunos expertos afirman que las mismas cuentas pro-rusas que apoyaron mensajes a favor de Donald Trump y el Brexit enviaron multitud de mensajes a favor de la independencia de Cataluña. Se trata de los conocidos como “bots” (cuentas falsas y automatizadas) y su utilización con carácter masivo puede influir enormemente en la conversación online. ¿Cómo se puede contrarrestar la influencia de estas cuentas? ¿la ciudadanía está preparada para analizar con criterio la información que consume en internet?

El uso de "bots" ayuda a aparecer un tema en las listas de las tendencias emergentes (“trendingtopics”) de Twitter y a convencer al usuario de redes sociales de que un punto de vista está más extendido de lo que realmente está porque crean la falsa sensación de que "todo el mundo" comparte una opinión. Poco más. La experiencia e incluso algunas mediciones hechas nos dice que la gente comparte tuits o enlaces a medios en las redes sociales sin haberlo leídos. Así que la dedicación que le pone el ciudadano medio a contratar la información que consume es poca. De ahí que surjan iniciativas como Maldito Bulo para contrastar esas noticias llamativas e indignantes que circulan por las redes. Por ejemplo, la aparición de falsas tarjetas censales en las elecciones catalanas. Que la gente comparte enlaces a medios de comunicación sin ni siquiera leerlos nos da una pista de la polarización ideológica que hay en Internet. El ciudadano ya está convencido y busca un medio que le reafirme en sus creencias.

Recientemente, los países de la Unión Europea se pronunciaron en Bruselas a favor de organizar con regularidad ejercicios conjuntos en materia de ciberseguridad. Se destacó también la importancia de la cooperación internacional y de la necesidad de determinar marcos precisos del uso de instrumentos políticos, diplomáticos y económicos disponibles en respuesta a ciberataques. ¿Crees que lo ocurrido durante las elecciones catalanas en el ámbito digital debería haber tenido una respuesta más contundente por parte de nuestros vecinos europeos?

El problema que hemos visto con los "bots" en la crisis catalana tiene poco que ver con los ciberataques de los que habla la Unión Europea y mucho de la vieja propaganda de la Guerra Fría adaptada a los nuevos tiempos digitales. Pero la responsabilidad última sobre los "bots" en Twitter la tiene Twitter. Sabemos por lo que cuentan antiguos empleados que la dirección de la empresa no ha puesto mucho esfuerzo en eliminar ese tipo de perfiles que se cuentan por millones porque les interesa poder presentar cifras infladas de usuarios a los inversores. Creo que la compañía será presionada para tome medidas al respecto.

El actor relevante al que eché de menos en la crisis catalana de octubre fue el gobierno español. Alguien en Moncloa debió haber hecho un mayor esfuerzo para llegar a la opinión pública europea y los corresponsales extranjeros en España. La crisis catalana no fue un episodio de ciberguerra ni nada parecido. Dentro del campo de la guerra de la información fue una batalla de narrativas. Tras las cargas policiales del 1 de octubre fuera de España se asumió la narrativa de un pueblo heroico luchando por su libertad frente a un estado represor heredero del franquismo. Luego, las movilizaciones en la calle de los catalanes en contra de separarse de España hizo descubrir a la prensa extranjera que la sociedad catalana no era monolítica ni el independentismo era mayoritario en Cataluña. Pero claro, no había nadie para contarlo. Nuevamente, el trabajo de ofrecer un punto de vista alternativo lo asumió un grupo de voluntarios que coordinados vía Internet bajo el nombre “VoicesfromSpain” se dedicó a traducir artículos de prensa en español a varios idiomas. En el fondo, hablamos de Comunicación Estratégica.

La OTAN ha creado un centro de excelencia y la Unión Europea ha creado una oficina para luchar contra la desinformación rusa, muy activa sobre los países de Europa del Este. Creo que a partir de ahora los gobiernos tendrán que asumir que ante cualquier conflicto tendrán que tener en cuenta la dimensión informativa con oficinas no sólo dedicadas a relacionarse con los medios de comunicación tradicional sino con la guerra de la información en las redes sociales, enfrentándose a bulos y memes. 

 

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