Sindéresis

Mis hermanos

Nos quieren robar la salud a través de un sistema sanitario privatizado y nos quieren robar la información comprando a los medios.

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Hoy ha sido una semana rara. Y normal. Normal porque el mundo no para de proveernos de ejemplos de la incoherencia y falta de dignidad con que los dirigentes y medios de confabulación tratan de construir la realidad y la neolengua por el método de la gota malaya, que más que gota es lluvia, y bastante más sucia que las tormentas del desierto. Rara porque ni siquiera han conseguido indignarme.

A medida que desde más y más frentes sus vergüenzas son expuestas al sol, y se secan, los oligarcas y sus marionetas pierden el pudor y dejan de esconderse. Ya no son sutiles porque no pueden serlo, pero han encontrado un buen caladero de simpatizantes en todos aquellos que siempre vieron demasiada tibieza en la derecha actual. Piensan que en algún momento habremos naturalizado la derrota y aceptado el orden neoliberal caníbal.

 No están entendiendo una mierda, a mi juicio. Todos los imperios son atrapados por el tiempo y cada vez duran menos. Es historia. Es ciencia. Es una progresión geométrica. Desde un punto de vista de las edades del ser humano, podría decirse que nada más se firmaron los acuerdos de BrettonWoods, nada más asomaron la patita en la Ronda de Uruguay (y Le Monde diplomatique los pillo in fraganti), ya les estamos dando palos hasta en el cielo de la boca. Las defensa naturales de la civilización que respeta el Derecho Natural están a tope porque poseen un sistema linfático como nunca ha habido: el acceso a la información y a la cultura.

Nos quieren robar la salud a través de un sistema sanitario privatizado y nos quieren robar la información comprando a los medios y nos quieren robar la cultura pasando por la quilla la educación pública, pero llegan tarde porque ya hay al menos dos generaciones que saben escribir, leer, comprender lo leído y manejarse con solvencia por las redes sociales, no solo recibiendo información, sino compartiéndola. Además, esta información toma una forma muy atractiva para abrir las mentes a través del ocio, de la belleza y del arte, con la producción intelectual contenida en libros, películas, obras de teatro e incluso videojuegos.

Pero son tan torpes que solo les da miedo el Cine. Será porque no leen. En cualquier caso y a pesar de todo, a pesar de que el proceso es imparable, no nos vamos a dejar a nadie por el camino. Aunque sus medidas nos causen una risa cansada, vamos a seguir defendiéndonos de los coletazos, los mordiscos de asfixia de esta oligarquía vieja y envenenada por su propia falta de perspectiva, y les vamos a decir que memento mori desde todos los ángulos, con un cómic de detectives, un juego de conquista de mundos, una novela de gladiadores o una película de viajes.

Podéis seguir con vuestras pataletas y mantener el IVA del Cine al 21%. Estáis perdiendo el poco crédito que teníais entre vuestros votantes más espabilados. Siempre tendréis a los que odian por protocolo, pero con eso contamos todos. Mirad la historia, en serio; cada vez duráis menos. Vuestros incendios ya son chispazos y seguiremos contando la historia del ser humano a través de cuadernos de bitácora de naves espaciales, de historias de amor frustrado y de tramas de intriga política. Donde, cuando y por los motivos que nos dé la gana, que, básicamente, se pueden resumir en uno: nosotros llevamos el fuego de Prometeo y vosotros no. Seguiremos yendo al cine y haciendo Cine. Todos los creadores somos hermanos y vosotros pegáis como cachorros. En tres añitos, como muy mucho, bajamos el IVA al Cine. Veremos qué pasa con los toros. Y coged el teléfono, que tenéis llamada de Hollywood.

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