Sindéresis

Tres palabras

Me gustaría ir a ver la placa con el señor Torres y no con una corona de flores.

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El 25 de abril de 1911, Emilio Salgari se afeitó las tripas con un cuchillo en la ciudad de Turín. Antes escribió una carta a sus editores: «A vosotros, que os habéis enriquecido con mi piel, manteniéndome a mí y a mi familia en una continua semimiseria o aún peor, solo os pido que, en compensación por las ganancias que os he proporcionado, os ocupéis de los gastos de mis funerales. Os saludo rompiendo la pluma.»

Emilio Salgari, pobre como las ratas. ¿Quién lo diría? No es el único escritor que jamás disfrutó de la gloria ni del honor que se ganó con sus letras. Hay cientos.

Hoy os hablo como escritor y como natural de Cádiz. Nos es conocida la historia de artistas cuyo talento no recibe el suficiente reconocimiento en vida. Artistas que no ven recompensado con gratitud lo mucho que aportan al acerbo cultural de la ciudad. Cuarteteros insignes que jamás recibieron un antifaz de oro. Sin embargo, letra a letra, la gente los conoce y los recuerda, aunque la ciudad como institución nunca les diese su sitio.

Cientos de calles reciben el nombre de militares de tierra y mar que consiguieron honrosas victorias, con placas tan estrechas en las que solo caben sus nombres, pero no el de los miles de soldados que mordieron el polvo para fabricar sus leyendas.

Como digo, tenemos calles para recordar los nombres de médicos y militares, y tenemos memoria y verso para cuidar del nombre de cantaores y carnavaleros varios, e incluso tenemos un callejón abierto dedicado a Canelo, un perro que aguardó a las puertas del Hospital Puerta del Mar a que saliese su amo, y aguardó toda la vida; otra placa póstuma.

Por esto estoy convencido de que la mayoría de la gente de la ciudad y de la provincia no sabe quién es Ángel Torres Quesada, aunque hayan tenido en sus manos algunos de las decenas de bolsilibros que escribió bajo los pseudónimos de Alex Towers o A. Thorkent.

Ángel Torres es el autor de ciencia ficción más prolífico de nuestra ciudad. Ha recibido múltiples premios y menciones, ha publicado desde 1963 hasta 2015 en Editora Valenciana, en la mítica Editorial Bruguera, en AJEC, etc. Publicaba tres o cuatro libros por año en las décadas de los 70, 80 y 90. Si una persona leyese solo libros de Ángel Quesada, superaría la media española de lecturas por año.

Yo le dediqué la última novela que he publicado, porque creo que el hombre lo merece y porque yo lo necesitaba. Los que nos metemos en esto tenemos algo de suicida, quizá no al estilo Salgari, pero sí en el sentido de saber que casi nadie se gana la vida escribiendo, y menos escribiendo ciencia ficción. Por eso, a la gente de Cádiz, y a mis amigos escritores, porque todos los creadores somos hermanos, os pido que me echéis un cable en esto.

Creo sinceramente que Ángel Torres Quesada (y no es el único), merece que su ciudad le dedique una calle, y se la dedique en vida. Os pido solo tres palabras para él, a cambio de todas las que él nos ha dado: su nombre y dos apellidos, porque los escritores tenemos poca cosa aparte del nombre, y él tuvo que renunciar al suyo durante años.

Me gustaría ir a ver la placa con el señor Torres y no con una corona de flores. Quiero tener la esperanza de que un poco de justicia es posible, un poco de reconocimiento fuera de las coplas y las batallas navales, para alguien que durante toda su vida se ha dedicado a ampliar los horizontes de nuestro mundo, creando otros mundos si hacía falta. Pedidlo conmigo, por favor.

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