Espadas se ha empecinado en prolongar el tranvía hasta Santa Justa y por tanto se cumplirá la voluntad del alcalde. Huelga, pues, que el Ayuntamiento trate de convencernos con historias sobre los supuestos beneficios ecológicos de tender la línea por la mediana de las avenidas y trasplantar los árboles allí existentes a las aceras. Si es tan beneficioso plantar árboles en las aceras, que lo es, ¿por qué no se ha hecho durante todos estos años sin necesidad del tranvía? ¿Cómo es posible que con los 90 árboles ahora existentes en las mismas haga el calor habitual de Sevilla y que si se siembran 160 se rebajará la temperatura en 15 grados, como dice el Consistorio?
Recuérdese que en la Expo, con todo su bioclima, las pérgolas, carpas, toldos y arboleda no se logró rebajarla más de una decena de grados. ¿Se va a conseguir con tan sólo 160 árboles a lo largo de más de dos kilómetros? Y recordemos también los árboles del Prado que se trasplantaron por las obras de la ilegal biblioteca universitaria, bastantes de los cuales acabaron perdiéndose. Por último, se publicita la siembra de especies autóctonas que consuman menos agua al tiempo que se proyecta para las vías una banda de 7,5 metros de anchura de césped (total, 16.200 m2), especie consumidora de agua por excelencia y ajena al clima de Sevilla. Contradicciones verdes con tal de justificar los 48 millones en el redundante tranvía a Santa Justa.
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