Soria fría, Soria pura

El tren \'Campos de Castilla\' nos traslada a un destino muchas veces ignorado

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  • SORIA -

Levantarse un sábado temprano no es plato de buen gusto para nadie. Con todo un fin de semana por delante entra la 'flojera' de sólo pensar que hay que irse a coger un tren.

   Sin embargo, el tren 'Campos de Castilla' nos traslada a un destino muchas veces ignorado, pero en donde el visitante seguirá las huellas de uno de los grandes de la literatura española contemporánea que también cayó rendido ante estas tierras frías de Castilla y León, Antonio Machado.

   Nuestro recorrido se inicia en la estación de Chamartín, donde subiremos a un tren con destino a los campos castellanos que tanto describieran otros genios de las letras como Bécquer, Gerardo Diego o Azorín.

CÁRDENAS ROQUEDAS POR DONDE TRAZA EL DUERO

  En nuestro camino a Soria, la animación corre a cargo de tres curiosos personajes que nos adentran en los comienzos del siglo XX en España, concretamente en 1914, al borde de la I Guerra Mundial, como nos muestra la prensa que nos entrega el diligente revisor.

   Una hermana de las carmelitas descalzas y un maestro de escuela también nos acompañan en este viaje, con poemas, discusiones y canciones que hacen de este un viaje único.

   Una vez llegados a la estación de Soria, somos agasajados por los mejores productos de la comarca: unos grasientos 'torreznillos' y una exquisita mantequilla, en dos formas, una tradicional y otra dulce, con sabor a la nata de nuestra infancia, todo ello regado con un exquisito vino puesto que, al fin y al cabo, estamos en la ribera del Duero. No es quizá la mejor dieta para el verano, pero sin duda la ocasión lo merece.

   Una vez con energías renovadas nos dirigimos a orillas del Duero para visitar una de sus joyas mejor guardadas, Arcos de San Juan de Duero, los restos de un monasterio hospitalario situado a los pies de la montaña del 'Monte de las Ánimas' que contara Bècquer en sus leyendas.

   Estos restos, muestran el bello claustro del monasterio, que curiosamente se encuentra dividido en cuatro estilos arquitectónicos claramente diferenciados y donde destacan los arcos dobles sin apoyo en columna, que únicamente se encuentran en esa zona. También el interior de su iglesia, sencilla y vacía, muestra en los capiteles de sus dos templetes la belleza de la Biblia marcada en piedra, con tanto detalle que somos capaces de ver arrugas en los rostros  pétreos que retratan.

   Después acudimos a San Saturio, tras un breve paseo por el Duero, una gran cueva natural donde habitó el patrón de la ciudad y cuya efigie posee cerca de 250 capas, regaladas al santo por sus muchos milagros. Este es el lugar predilecto por las sorianas para casarse, debido a su belleza y al entorno que le rodea, tanto es así, que las novias dejan bajo el manto de Santa Ana en la capilla inferior tres alfileres, para asegurarse la felicidad de su matrimonio. Si, por el contrario, lo que buscamos es marido, las mujeres deberán buscar alguno de los alfileres bajo en manto de la santa.

   Después, descanso, reponer fuerzas en alguno de los muchos restaurantes y degustar los platos sorianos, contundentes y deliciosos: migas, quesos de oveja, lechazo, caza y setas son los principales ingredientes de una gastronomía tradicional que recoje los mejores sabores de la cultura pastoril de la provincia.

   Ya por la tarde, conocemos Soria en todo su esplendor, desde la iglesia de San Juan de Rabaneda a la iglesia de Nuestra Señora del Espino donde reposan los restos de Leonor , esposa de Machado, así como el olmo al que se dice que Machado dedicara su bello poema 'A un olmo seco', que usara como símil de la enfermedad de su joven esposa, que murió en 1912.

   También conoceremos la iglesia de Santo Domingo, cuya bella portada muestra toda la historia de la Biblia en sus cuatro arquivoltas, mostrando además una de las únicas cinco iconografías en el mundo donde el Cristo está sentado sobre el regazo del Padre y no en la Virgen, donde suele ser representado.

   Para finalizar nuestro recorrido y nuestro largo día por Soria, acudimos al aula de Machado para conocer su vida y su obra en Soria en un bello recital de poesía donde los antiguos pupitres y los documentos del escritos crean una atmósfera ideal para dejar fluir libremente los versos.

PASEO POR LA TIERRA DE ALVARGONZÁLEZ

   A la mañana siguiente, partimos  temprano a la Laguna Negra, en el extenso pinar de Soria, el mayor bosque de España. Allí, la naturaleza se muestra imponente ante nosotros frente a una laguna de pureza extraordinaria, enclavada en el circo de un glaciar y cuyas aguas son precisamente el resto de este glaciar, puesto que no tiene entrada ni salida alguna de agua.

   Este increíble paraje es inspirador de grandes misterios y leyendas que aún se mantienen en el imaginario popular, entre ellos, que la laguna no tiene fondo y que todo lo que cae en la laguna no vuelve a aparecer. Es con esta misma premisa con la que Machado escribe 'La tierra de Alvargonzález', que cuenta la historia de la malhadada historia de un labriego cuyos hijos deciden asesinarlo y arrojarlo a la laguna para conseguir sus tierras.

   Después, alejándonos de los verdes montes sorianos, plagados de pinos y, como cuentan los habitantes del lugar, de setas y trufas, partimos a Numancia, para conocer los asentamientos celtíberos y romanos de entonces y donde, gracias al incansable trabajo de los arqueólogos podemos conocer cómo vivían, trabajaban y se relacionaban nuestros antepasados.

   Con este viaje al pasado volvemos a Soria, donde podremos perdernos para visitar sus encantos como los restos de su castillo en lo alto de la montaña, cercano al Parador o sus calles, que albergan bellos edificios como el Palacio de la Audiencia que retratara Machado en sus poemas "dando la una" o la Casa de los Doce Linajes, ahora convertido en Ayuntamiento, así como la curiosa Plaza de la Tarta, llamada así comúnmente por la rotonda con los blasones de los 12 Linajes que conforman la ciudad en el centro de ella o la Alameda de Cervantes, un bello jardín botánico en medio de la ciudad, que en las fiestas se engalana y se vuelve centro de reunión de los sorianos.

   Y después, volvemos al tren que tan sólo el día anterior nos trajo hasta esta bella tierra de tal patrimonio natural y cultural y que en tan sólo dos días nos ha dado todo de sí misma, y que aún así, espera nuestra vuelta. Alejándonos en tren de sus campos verdes y sus gentes amables nuestro corazón espera, al igual que el de Machado, "también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera".

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