El francés Alain Guiraudie – cosecha del 64 – obtuvo con esta cinta el Premio de la Sección ‘Un certain Regard’, en el pasado Festival de Cannes y también la llamada Palma de Oro Queer, donde algunas de sus escenas de sexo explícito fueron piedra de escándalo. Calificada asimismo como una cinta de ‘porno negro’, es un thriller que tiene lugar en un ambiente – nunca mejor dicho…- y con unos protagonistas muy especiales.
En efecto, su historia se desarrolla durante un verano en el lago al que hace alusión el título. Allí, hombres homosexuales y bisexuales se reúnen para encontrarse, conocerse, seducirse, hacer el amor e incluso amistades platónicas. Pero, fundamentalmente, para practicar el llamado ‘cruising’, o sexo con desconocidos en lugares públicos o semipúblicos, con el morbo y el peligro añadidos que tienen estos espacios. Tal práctica se relaciona fundamentalmente con hombres, aunque no de forma excluyente.
Así que estos desconocidos se reúnen para unir al calor ambiental el fuego de sus cuerpos en ese ambiente tranquilo hasta que un joven aparece ahogado. Lo que parecía ser un desgraciado accidente, se convierte en un asesinato provocando la inquietud entre los habituales visitantes del lago. Especialmente en uno de ellos, que parece haber encontrado algo más que química erótica con quien puede ser el principal sospechoso. Mientras, un detective más que peculiar investiga el caso.
El realizador visibiliza sin ambages y de forma totalmente explícita, y puede que provocadora para mentes biempensantes, el sexo entre hombres, sus desnudos, su erotismo, su genitalidad… Esta es una de las principales y muy estimables apuestas de una cinta valiente, aunque insatisfactoria, desde el punto de vista de quien esto suscribe. No es la única. Sabe crear una atmósfera especial, incluso íntima, también amistosa y de camaradería, en un espacio abierto a plena luz solar y muy inquietante cuando lo cubren la oscuridad y la noche. Y mantener una lucha en la que Eros y Tanatos están implicados. El final es tan abierto como revelador a ese respecto…
Pero todo ello va acompañado por una narración plana, repetitiva y lineal en la que se reiteran imágenes, planos y situaciones innecesaria y gratuitamente. El detective, a fuer de peculiar, roza lo increíble. Y la lucha en la que se debate el protagonista, aunque este sea un filme coral, el deseo devorador y el amour fou que lo consumen, resultan también, aunque sugerentes, algo excesivos en relación al tono más que sereno del relato. Puede, seguramente sea así, que el director lo haya querido, desde un punto de vista no convencional y como un contraste rupturista. Puede… y es legítimo. Tanto como las objeciones críticas que se le hagan al respecto.
Escribiendo estas líneas, ha saltado la noticia de que esta película que nos ocupa ha ganado el máximo premio del Certamen, el Giraldillo de Oro. Enhorabuena a Alain Guiraudie y a todo su equipo. Una apuesta, sin duda, valiente y transgresora, aunque discutible desde quien esto suscribe en los aspectos ya citados, del Jurado Oficial del Festival.
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