La Junta de Andalucía sigue sin digerir las demoledoras conclusiones del Informe PISA, que relegaron hace una semana a sus alumnos hasta el último escalón de España en competencia científica y al penúltimo en comprensión matemática y lectora. El Ejecutivo de Susana Díaz ha desplegado desde entonces toda una batería de argumentos tan estrafalarios que ha provocado incluso que el PP sopese reprobar en el Parlamento andaluz a la consejera de Educación, Adelaida de la Calle.
Lejos de recoger velas, este martes tocó escuchar la versión oficial del Consejo de Gobierno, que añade más leña a las que han ido desgranado con discutido acierto varios de sus integrantes durante los últimos días. La conclusión de lo oído de boca del portavoz del Ejecutivo de Susana Díaz no es sólo que no ha habido reprimenda a los consejeros por sus controvertidas declaraciones, sino que la propia Junta se ha enrocado en sus particulares argumentos hasta el punto de que ya niega abiertamente la validez de la prueba. “Pisa no es la Biblia” sino “sólo un dato más”, proclamó ayer el portavoz el Consejo, Miguel Ángel Vázquez, convencido de que la metodología utilizada por la OCDE para medir la capitación de los estudiantes de 15 años en 72 países es “mejorable”.
En esa estrategia hay un paso adelante, el de reconocer que “hay que hacer autocrítica” tras los resultados, pero otros dos hacia atrás: no se censura a los consejeros porque “sus palabras están ahí y no hay que aportar nada más” y se pone en duda un sistema de diagnóstico que, paradojas, la Junta de Andalucía había aplaudido hasta ahora. En 2013, de hecho, el ahora diputado en apuros judiciales Luciano Alonso, entonces consejero de Educación, llegó incluso a presentarlos en rueda de prensa porque eran favorables. Andalucía no salió tampoco bien parada en aquellas pruebas realizadas un año antes y quedaba bajo la media nacional y europea, pero recortaba distancias y se presentó como un síntoma de optimismo y de convergencia del sistema. Ahora la metodología se repudia porque no sólo no certifica esa mejoría sino que agudiza aún más en el socavón.
Corría diciembre de 2013 y Alonso presentó con “satisfacción” los datos, hasta 16 puntos por encima de los de 2009, y celebró además que el salto experimentado por el conjunto de España se debía en buena medida al aporte positivo de Andalucía. En aquella rueda de prensa se escucharon epítetos como “despegue”, “avance”, “salto cualitativo y cuantitativo”... Eran tiempos en los que no se cuestionaban ni la metodología ni los criterios utilizados en la elaboración de las pruebas. El Informe PISA sí era hace apenas tres años “la Biblia”.
Para todos los gustos
En los últimos días la Junta ha desplegado todo un catálogo de justificaciones, a cuál más excéntrica, para replicar al dictamen de la OCDE. La consejera de Educación, Adelaida de la Calle, habló de lastres del “analfabetismo” desde la Transición y se quejó de que se hubiesen utilizado para los exámenes centros con condiciones socioeconómicas desfavorables.
Uno de sus compañeros, el consejero de Economía y Conocimiento Antonio Ramírez de Arellano, con competencia en Universidades, llegó a dibujar una conjura orquestada por la número dos de Educación de la OCDE, Montserrat Gomendio, a la que atribuyó un “ataque constante y sistemático” contra el sistema público andaluz. El mismo día que se publicaron los resultados, la Junta cargó contra los efectos de la Lomce. Curiosamente, ésta entró en vigor después de las pruebas.
No a las enmiendas al Presupuesto
La Junta mostró también este martes su disconformidad con la admisión a trámite de 111 enmiendas al Presupuesto presentadas por el PP, Podemos e IU al apreciar que conllevan un aumento de ingresos no justificado. Horas más tarde sería la comisión de Hacienda la que tumbaría en el Parlamento las 1.074 enmiendas parciales de esos tres grupos, que tienen hasta hoy para recuperarlas en el debate de la próxima semana.
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