Pocos, pocos, poquísimos

Poca gente en los cañonazos en la plaza de la Iglesia, salvo los que estaban en la Mallorquina y los abogados que estaban trabajando esa tarde.

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Mira que lo dije. Lo de los tropezones de los soldados en la calle Real aunque en el programa oficial no ponía que hubiera desfile ni nada por el estilo y lo del alcalde en mangas de camina hablando con el mariscal francés y diciéndole que no se rendía, que había que gastar la  poca pólvora que se ha comprado para las recreaciones históricas del 24 de Septiembre.

Por que poca pólvora se ha comprado. No sé si porque no hay mucha gente experta entre los miembros de las asociaciones de recreación, lo que no es de extrañar viendo lo que le ocurrió a un artillero en la plaza Iglesia, que por poco pasa la cosa a mayores, o porque para una recreación es suficiente con lo que hacían en el Zaporito. O sea, hacían como que disparaban y sonaba el trabucazo de uno que estaba allí con un trabuco y cuando disparaba parecía que lo hacían los cañones de Navarone.

Para una recreación está bien, aunque en estos años anteriores ha quedado demostrado que a la gente lo que le va son los tiros, aunque sean de mentira y el humo de los mosquetes después de disparar. El olor a pólvora, vamos.

Y no sólo ha habido poca pólvora. Ha habido pocos soldados hasta el punto de que no ha venido ni el duque de Alburquerque, el  chavalito mono tan bien caracterizado que forma parte ya de la memoria colectiva del 24 de Septiembre. Este año ha venido otro duque de Alburquerque pero el que mandaba era Paco León, el de la Fundación Legado de las Cortes.

Con decirles que han venido tan pocos que es lógico que ganaran los españoles y los ingleses y los de Málaga y los de la Sierra de Cádiz. Los franceses, entre todos ellos, no tenían una mala hostia y prueba de ello es que en veinte minutos se rindieron,  aunque es verdad que siempre pasa lo mismo, pero antes tardaban más en claudicar.

Y hablando de pocos, hasta había poca gente viendo la recreación en el Zaporito. No hacía falta ni que Protección Civil protegiera a nadie porque cabía todo el mundo, sin apretones, a todo lo largo del perímetro. Hubo más gente en la entrada del diezmado Ejército de Extremadura por la calle Real pero porque la gente estaba en la calle Real que es donde suele estar un sábado por la tarde. Pero en el Zaporito, pocos. No sé qué tiene ese sitio que hagan lo que hagan, siempre va poca gente (aviso al que ha cogido el quiosco y el molino de garbanzos).

Y así todo, oigan. Poca gente en el homenaje a los vecinos de la plaza Sánchez de la Campa, donde no estaban ni los vecinos y poca gente en los cañonazos en la plaza de la Iglesia, salvo los que estaban en la Mallorquina y los abogados que estaban trabajando esa tarde. Quizá porque el programa decía que era en la plaza del Rey. Pero tanto no se equivocó el programa.

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