Sala 3

Rey Arturo: La Leyenda de Excalibur

Ritchie redefine los mitos artúricos adaptando los mismos a su estilo y al contexto socio-cultural actual

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  • Rey Arturo: La Leyenda de Excalibur -

La mayoría de la gente aparta la mirada. Simplemente resulta fácil ignorar el rastro de injusticia que la tiranía va dejando a nuestro alrededor mientras no nos salpique directamente a nosotros. Agachar la cabeza y aceptar el yugo de la opresión mientras no nos ahogue.

Pero en ocasiones, hay quien se atreve a sostener la mirada en un acto de rebeldía que desafía toda continuidad de poder en tiempos aciagos.

Y la mirada del héroe, cuando se posa en el vil con la determinación del que ansía cambiar las cosas, pesa más que cualquier espada legendaria.

La filmografía de Guy Ritchie destaca por una continuidad estilística digna de elogio.                       

Tanto Snatch, Cerdos y Diamantes (2000) como Operación U.N.C.L.E. (2015) o su nueva película: Rey Arturo: La Leyenda de Excalibur (2017) mantienen intactos los elementos que hacen de sus trabajos auténtico cine de autor rápidamente reconocible, y esto, tratándose Rey Arturo de un blockbuster veraniego de altísimo presupuesto, es siempre de agradecer.

La cinta narra, a través de un fantástico prólogo, como el ansia de poder corrompe a Vortigern (Jude Law), quien sacrifica sus lazos humanos para usurpar el trono de su hermano y convertirse en rey.
Arturo (Charlie Hunnam) escapa y acaba siendo criado en un prostíbulo de los bajos fondos del reino.

Pero los sacrificios por el poder tienen un precio, y para mantener el equilibrio entre el bien y el mal, la espada Excalibur se revelará como símbolo digno del único rey legítimo.

Ritchie redefine los mitos artúricos adaptando los mismos a su estilo y al contexto socio-cultural actual.

Así, la galantería propia de caballeros medievales se trunca para dar paso a la rebeldía y chulería de un puñado de hombres buenos que no consienten someterse al despotismo imperante en el reino; y la estructura audiovisual se pliega a la rapidez de un montaje sobre-excitado, a la fuerza de las imágenes oníricas y místicas que sustentan el monomito de Arturo y al abuso de la composición digital de cinemáticas que parecen sacadas del más moderno videojuego, rememorando el aspecto y la intención de otra aventura épica del género: Beowulf (2007), de Robert Zemeckis.

El poderío innegable de Guy Ritchie a la hora de narrar la historia despunta a la hora de afrontar el desafío formal que supone la unificación de los dos mundos que construye: el terrenal y el mágico; y es en la unión de estos dos mundos donde el director siembra su mensaje: la ruptura del villano con su humanidad para alcanzar el poder a través de lo sobrenatural conlleva a un periodo de tiranía, y este, al surgimiento del héroe como respuesta natural ante el crecimiento del mal, quien aprieta los puños alrededor de una espada mágica que le recuerda que no debemos apartar nunca la mirada.

Para leer más sobre cine puedes visitar mi blog elmurodedocsportello.wordpress.com

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