Sala 3

Logan

James Howlett conduce una limusina mientras bordea la frontera que separa la vida y la muerte a la espera de pasar el peaje

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  • Logan -

James Howlett conduce una limusina mientras bordea la frontera que separa la vida y la muerte a la espera de pasar el peaje. Lo poco que gana lo emplea en cuidar a su mentor y único amigo, mientras malvive el resto del tiempo empapando sus heridas en alcohol y fantaseando con una brillante bala de adamantium. Ni rastro alguno del héroe que en los cómics presume de esbelta figura, agilidad felina y presencia altanera.
Canas y arrugas visten su cansado rostro y una triste cojera afea su andar. Muy pocos reconocerían al mismísimo Lobezno de no ser por sus garras, enterradas en su carne pero siempre visibles, pues definen su naturaleza. Aquellos a los que se las muestra vuelven a casa con los pies por delante o sin alguno de ellos.
James Mangold goza en esta ocasión de libertad total para convertir Logan (2017) en una película de superhéroes atípica, pues carece de las ataduras propias del género referentes a las exigencias de las productoras y a la limitación por edades. De hecho, ni siquiera está obligado a respetar ninguna continuidad narrativa que una su película al resto de la saga X-Men, lo que aprovecha para obsequiarnos con la mejor película del personaje hasta la fecha. Aunque el logro es admirable, el regusto final lleva inevitablemente a pensar que la ocasión de elaborar una obra maestra del género se le ha escapado de entre los dedos.
Logan aprovecha excepcionalmente bien su acertadísimo punto de partida argumental para establecer un tono marcadamente crepuscular que, de algún otro modo, podría haber resultado forzado, pero que se torna natural y lógico cuando se contrasta con el resto de decisiones que toma Mangold. Por ejemplo, la violencia desmedida y brutal que exhibe la película no es más que la consecuencia natural de despojar de unos absurdos grilletes al mutante más salvaje y letal de todos (ya era hora) y el constante homenaje al western (Shane, 1953) y al mítico Johnny Cash va de la mano con la deconstrucción del mito que sufre el personaje de Lobezno, en la que se explota al máximo toda la inútil humanidad del héroe al límite de su ocaso a través del legado paternofilial y a la posibilidad de un tardío encuentro con la redención.
El uso de manidas situaciones argumentales y cutres recursos narrativos en momentos puntuales de la cinta restan algo de calidad al conjunto de una película que, con Hugh Jackman (gracias por tanto), Patrick Stewart y Dafne Keen a la cabeza, ensancha el camino hacia un cine de género diferente, uno en el que los superhéroes se alejen del tono y las directrices preestablecidas para aportar novedad y frescura autoral, a través de una libertad creativa total y valiente.

Para leer más sobre cine puedes visitar mi blog elmurodedocsportello.wordpress.com

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