Sala 3

Jack Reacher

El cine de acción de los años 90 estaba repleto de héroes infalibles. Sus “one liners” retumbaban en la pantalla con la misma fuerza

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El cine de acción de los años 90 estaba repleto de héroes infalibles. Sus “one liners” retumbaban en la pantalla con la misma fuerza con la que posteriormente pateaban el culo a los malos de turno. Los personajes que encarnaron mitos como Jean-Claude Van Damme, Mel Gibson, Arnold Schwarzenegger, Bruce Willis o Sylvester Stallone marcaron una época dorada en un género denostado en la actualidad por la pérdida temprana de la inocencia y el bajo interés del público por adoptar una mínima actitud de credulidad.
Jack Reacher: Nunca Vuelvas Atrás (2016) es la típica secuela con la que se ensañan sin motivo aparente los mismos que despreciaron la primera entrega, Jack Reacher (2012), en su momento.
Me parece algo desdeñable y poco profesional y además he advertido que suele ocurrir más de lo que se piensa en el mundo de la crítica cinematográfica, donde la superioridad moral gana cada vez más terreno a la verdadera capacidad de análisis.
Es bien cierto que Edward Zwick no es Christopher McQuarrie, director de la primera entrega, y por consiguiente la cinta adolece de un ritmo irregular y la trama conspiratoria que hila la narrativa de la misma no engancha tanto como en su precuela, pero —y el pero aquí es mayúsculo— la introspección que realiza el héroe es novedosa, en tanto en cuanto se observa a sí mismo como un auténtico gilipollas (genial Tom Cruise, como siempre) y el enfoque de ciertos subtextos, como el que muestra al ejército como una empresa vulnerable frente a la corrupción; o el que habla sobre la necesidad de establecer relaciones con otras personas —sean hijas, hermanas, amigas o algo más— me han parecido ideales para el contexto en el que se mueve el personaje de Jack Reacher.
Además, y por esto hacía referencia a la etapa noventera del cine de acción, tiene un clímax final bastante molón, que me ha recordado a esas viejas pelis de acción cuyo principal objetivo era conseguir nuestra diversión con una sencillez pasmosa, algo de lo que el blockbuster moderno parece huir constantemente.
Jack Reacher no es Misión Imposible porque no quiere serlo.
Quiere ser algo más pequeño, menos espectacular y menos trascendente.
Pero también quiere ser algo capaz de liberarte, aunque sea por un par de horas, de todas las cargas que vas acumulando a lo largo del día fruto de la rutina. Y ya solo por ese loable objetivo, que además cumple con creces, merece el reconocimiento que poca gente se atreve a darle.


Para leer más sobre cine puedes visitar mi blog www.elmurodedocsportello.wordpress.com

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