El jardín de Bomarzo

En Comala comprendí

“Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada...”. León Tolstoi, inicio de Ana Karenina

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“Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada...”. León Tolstoi, inicio de Ana Karenina.

“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde en que su padre le llevó a conocer el hielo”. Gabriel García Márquez, inicio de Cien años de soledad.

Recuerdo que el primer libro gordo lleno de letras y sin dibujos que leí de niño fue el Sandokán de Emilio Salgari, el Tigre de Malasia, pirata de la piratería que acompañado de Yanes y de su fiel tripulación surcaba libre las aguas de Borneo, acumulando tesoros, regresando siempre a su refugio, enamorando a todas. Me robó las primeras horas de sueño bajo la tenue luz de un flexo y pellizcó allí donde solo lo puede hacer la lectura para que, adicto, vuelva insistente siempre a por más. Vinieron después otros muchos títulos y lugares, desde el Macondo de Márquez o las genialidades del Cienfuegos de Vázquez Figueroa; el terror del primer Stephen King, el ciclo de latinoamericanos como Fuentes, Allende, el citado Márquez o Vargas Llosa, muchos de los españoles, clásicos diversos, biografías, libros de viajes, novela negra... Siempre buscando el pellizco. De extraer una conclusión de todo lo leído sería lo grande y diverso y abierto y libre que es este nuestro mundo, lo fuera de lugar que resultan las fronteras y lo embrutecidos que me parecen quienes se empeñan en levantar muros para separar, para cobijarse dentro, tal vez solo con un interés económico o a saber con qué otro oscuro objeto de deseo. Por lo demás, el asunto me aburre, no me detienen territorios o sujetos que exaltan fronteras y cuyo quehacer solo me anima a releer a Salgari para perderme con él y con mi pirata de cabecera por esa universal y mágica Mompracem. Una isla sin fronteras, sin murallas, como los libros. Acometo poda.

El timo. Ya hay fijada fecha, y relato ajustado a derecho no sea que resbale y me corte, de comparecencia en el juzgado contra el presunto timador que usando el nombre de determinados políticos provinciales y regionales del PP ha venido pidiendo una contribución a incautos vecinos de Jerez, Arcos y otros pueblos con la promesa de que posteriormente conseguirían nada menos que un trabajo. Lo sorprendente del asunto es que hallase hueco para recaudar, parece, por encima de los veinte mil euros, lo que demuestra el calado que en determinados sectores sociales está teniendo el oficio de político y, sobre todo, el cómo conseguir cosas a través de ellos. Bárcenas pudiera haber inspirado modelo en eso de delinquir con cierto estilo. El juicio ahora previsto es en Arcos tras la demanda puesta por varios vecinos, animados y respaldados por el alcalde de la localidad, José Luis Núñez, que fue el primero en denunciar el hecho. Añado de mi cosecha que el ínclito urdidor de la trama pudiera haber participado hace unos años en otra donde dos políticos de sexología opuesta y de la citada formación, de notoria prestancia, presuntamente, hubieran sido captados en una maniobra de aproximación mutua y pública no ajustada a derecho y bajo el presunto objetivo de un móvil indiscreto de esos tan chulos con tecnología record -y sé que todo el mundo me va a preguntar quién, quién, quién, pero no, no, no...-.

La Frontera. Es lo que parece vislumbrar Pedro Sánchez cuando mira al sur y decide, casualidad o no, no pasar de Despeñaperros. Llama la atención que el recién electo líder del socialismo nacional, logrado entre otras cosas gracias al apoyo que le dio Andalucía, viaje a casi todos sitios pero no circule por suelo andaluz. Me da que la foto de ambos por aquí de paseo no termina de gustar a alguien.

Lo del PSOE de Jerez (II). No falta quien se congratula de haber leído en este mi jardín una segunda versión distinta a la en primer lugar relatada y, añado, cómo no hacerlo a tenor del despropósito de toda esta historia. Claro que Alconchel se iba a presentar, diga Mamen Sánchez lo que quiera y resulta sorprendente que públicamente asegure lo contrario sabiendo como sabe la intención inicial de su no amiga. Lo iba a hacer hasta que Jiménez Barrios y Cornejo, por orden de Susana Díaz, le pidieron que diera un paso atrás y, dos días después, martes, la presidenta de la Junta llamó conciliadora a ambas a su móvil. A Alconchel le solicitan ahora que entregue sus avales a Mamen Sánchez, que asegura tener el cincuenta por ciento tras contar con el grupo de Luis Pizarro y otros, y Alconchel duda qué hacer. Dice que por ella sí, pero que su gente no quiere, y es verdad que ella no ha instigado al tal José Carlos Ramos para que se presente, que no es un tapado suyo y que es un echado para delante de mucho cuidado, tanto como que probable resulte que alguien de su entorno sí lo haya hecho asegurándole que todo el grupo de Alconchel le apoyará. Y Ramos, creído y crecido, ha dado un paso y va contándoselo a todos, pobre recién llegado que no sabe cómo se las gastan en esa su bonita comunidad; Alconchel lo está pasado peor que nunca porque la han metido en un lío animándola primero a presentarse, reuniéndose después con todos y postulándose, obligándola más tarde a retirarse y pidiéndola ahora que apoye a Mamen Sánchez entregándole avales cuando sabe que ésta, una vez con el poder en su mano, hará lo posible por borrarla del PSOE de Jerez; lo hace por ser disciplinada cuando eso cotiza muy a la baja. El aparato quiere impedir que haya primarias y que la imagen de Susana Díaz sufra en este proceso, lo cual cada día parece más difícil de evitar y, mientras, todos expectantes en esta guerra por controlar el poder de un partido que hoy en Jerez gestiona miserias y que de confirmarse datos de un sondeo hecho a últimos de septiembre –del 17 al 24, 600 entrevistas- vería, imagino, la misma pelea pero por no ser.

“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”. Juan Rulfo, inicio de Pedro Páramo.

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