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Un territorio que no vuela

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Este territorio de la Bahía de Algeciras al parecer no cuenta con gentes especialmente proclives a volar.  Y no es que nuestra forma de ser no estemos incapacitados para el vuelo o que nuestras costumbres sean contrarias a este atractivo modo de viajar. Es más si de volar se trata el viento que nos visita con regularidad permite peripecias miles, de cientos de cometas en nuestras playas. ¡Volar! Qué  extraña y sorprendente experiencia.  Pero eso de volar parece ser que resulta costoso y que también no todas las personas  disponen del tiempo necesario para realizar viajes. Quizás estas dos razones sostengan la  verdad que no permite dudar de que no estemos hechos para el vuelo.

Primero fue la compañía Iberia la que comenzó la historia de vuelos conectando este territorio con Madrid la que dejó de hacerlo a la vista de los números rojos en su cuenta de resultados, después fue la compañía aérea Al-Ándalus la que tuvo que cerrar las líneas aéreas entre Gibraltar Madrid o Barcelona, por las multimillonarias pérdidas que fue acumulando en no mucho tiempo. Posiblemente dos o tres años llegó a acumular nada más y nada menos que 7.000.000 de euros de déficit  que obligaron al cierre de esta aerolínea.

Más recientemente ha sido la compañía que gestiona el Helipuerto, situado en el puerto de Algeciras y que conecta Algeciras con Ceuta en helicóptero la que ha facilitado la información de que lleva ya  1,14 millones de euros de pérdidas.

La realidad es que no muchas personas en este territorio tienen a su alcance el poder utilizar estos medios de transporte que suelen ser más costosos que los convencionales. También la realidad no informa de que muchas de las 48.000 personas en desempleo no solo no tienen a su alcance el viajar, sino que con seguridad se le han quitado las ganas de hacerlo, porque cuando una persona está en esta situación no ve más allá de la búsqueda del ansiado empleo. 

Preocupa más aún  que la falta de capacidad física de volar  de los que vivimos en este territorio, la  ausencia de aspiraciones para dejar volar libremente nuestras iniciativas para salir colectivamente del profundo hoyo económico y social en el que nos han metido. Es preciso que la ciudadanía eche a volar  sus capacidades y anhelos, dejándose llevar como las gaviotas con el viento de levante, controlando sus vaivenes, o como las aves migratorias en sus giros dentro de las corrientes ascendentes, sin gastar un gramo de energía, aprovechando lo que natura ofrece.

Sumándose en masa a los llamamientos a la protesta  por la incapacidad manifiesta de quienes nos gobiernan, al apoyo solidario con los huelguistas de hambre, con los desamparados.  Vuelos ciudadanos  favorables a  las iniciativas de asociaciones y colectivos que promuevan soluciones reales, aunque algunos funestos agoreros siempre nos mientan afirmando que el “Pueblo no sabe volar”.

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