Es curioso, hace unos días en el programa 'Tips' de la 2 de TVE el erudito musical que sale al final del mismo presentaba un disco que había sido grabado como los antiguos, con muy pocas pistas, como se hacía antaño en los setenta, pero destacaba y ponía en valor el hecho de que estaba realizado en un teléfono móvil a través de una aplicación actualísima que se ha creado expresamente para ello que sólo cuesta diez dólares, señalaba. Tecnología del futuro para una creación del pasado.
No pude evitar recordar aquella escena de la película el ‘Halcón y la flecha’ en la que un personaje trabaja sobre unas pieles con unas cuchillas que maneja con los pies mientras que reflexiona acerca de que la civilización consiste en complicar una existencia que era sencilla.
Es algo así como lo que escribe Jorge Drexler en ‘Mi guitarra y vos’ cuando dice que “hay máquinas capaces de fabricar herramientas con las que se hacen máquinas que hacen ordenadores que a su vez diseñan máquinas que hacen herramientas para que las usen las manos”.
Como si fuéramos incapaces de vivir y desarrollarnos de otra manera que no sea en círculos. Como si nos gustara complicarnos la vida para tener siempre añoranza de las cosas sencillas. Como si nos vistiéramos no porque necesitemos cubrir nuestra desnudez, sino simplemente porque queremos complicarnos con qué nos ponernos hoy.
Será que tenemos algo defectuoso en la cabeza y no somos capaces sino de avanzar hacia atrás al tiempo que retrocedemos hacia adelante.
En fin, como sabiamente canta Rosendo: “No sé si estoy en lo cierto lo cierto es que estoy aquí, otros por menos han muerto...”.
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