Y lo llaman cultura

Es tan miserable, tan gratuito, tan sinsentido, y lo amparan como una fiesta cultural o no sé que carajo, que ya son ganas de nombrar esta atrocidad violenta y torturadora vinculada a la palabra cultura

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Como era aquello tan antiguo, manido en exceso, puede ser, y que al final nunca hemos visto cumplido... “Imagina que hay una guerra y no va nadie”. Pues con el Toro de la Vega pasa lo mismo, imagina que se le suelta al campo para torturarlo como se hace cada año por estas fechas, a lanzazos crueles y no va nadie... Sin embargo, un año más se cumplió la salvajada, y sí fue gente, a maltratar a un animal desprotegido, y amparados además por la fuerza pública. Está todo dicho. No obstante, no se nos olvide que el horror es tanto por quienes los traspasan a lanzas como por quienes lo permiten, por estos gobiernos tibios que siempre parecen empeñados en proteger al maltratador, ya lo sea por sus acciones inmorales, como la banca, las eléctricas..., o por su violencia física, como los policías que se pasan de la raya o los silvestres que persiguen y dan muerte a base de tremendas cuchilladas a un animal todos los años. Es tan miserable, tan gratuito, tan sinsentido, y lo amparan como una fiesta cultural o no sé que carajo, que ya son ganas de nombrar esta atrocidad violenta y torturadora vinculada a la palabra cultura.  Ya quisiéramos un poco de más humanidad, y que reinaran otros valores, más respeto, mejor educación, y que nadie acudiera a torturar al animal (al de cuatro patas), pero mientras que esto no sea así, para eso se legisla. Con lo ligeros que son a la hora de recortar derechos y qué lentos en la erradicación de este acto salvaje. Sangre sobre todos, estupidez que genera que otros estúpidos también alienten un sentimiento de revanchismo violento que en nada ayuda a quienes realmente luchan por erradicarlo. Apunten un pueblo para no ir Tordesillas, y marquen en sus reivindicaciones, insisto, que esto se acababa con una ley que dijera claramente, señores,  esto es maltrato y no se puede hacer. Para otro día, dejamos hablar de esas fiestas tradicionales en época estival donde se sueltan vaquillas para que la masa las persigan, se amarran toros o se les pone fuego en los cuernos, que nos hacen mejores día a día, qué duda cabe, y que siguen dejando bien alto ese pabellón que dice que España es diferente.

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