Sí pero no

Qué gracia tiene la derecha cuando invoca el nombre del pueblo

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Es curioso que para justificar un nuevo código penal represor y retrogrado (posiblemente anti constitucional), se justifique por parte del PP en que el pueblo lo está pidiendo. Puede o no ser así, pero hay otras cosas de mayor calado que está pidiendo el pueblo, más pueblo si cabe, a lo que no solo se  da la espalda sin  razones ni explicaciones (que se ve que ya está estropeado hasta el plasma de Génova), a las que se hace oído sordo. Que sepamos, en Madrid llevan meses miles de personas reclamando respeto por la sanidad pública, exigiendo que no se ponga la salud de las personas en manos de los criterios economicistas y, nada se ha hecho. Curioso, cómo miles y miles y miles de personas que reclamaban en la calle más democracia (en realidad sólo democracia de verdad), más participación, la dimisión de los mentirosos, que paguen su culpa los corruptos, sólo han recibido palos, represión gubernamental encomendada a las fuerzas de seguridad y  leyes represoras que criminalizan a quienes reclaman y protegen a quien roba; mordazas y barreras a la libre expresión, violencia gubernamental, terror de estado (con parte de la judicatura frotándose las manos) y una tacha infame a quienes pretenden contar los abusos policiales. El pueblo ha pedido trabajo y 2014 se cierra con 182.000 parados más en España de los que se encontró el PP en 2011. Qué gracia tiene la derecha cuando invoca el nombre del pueblo, el mismo pueblo que cuando ha pedido, ejerciendo su derecho a la huelga (un derecho que hay que pagar), un contrato digno y retribuido en justicia, ha encontrado multas y cárceles para quienes reclamaban. Y, ya se sabe, si no quieres caldo, tres tazas, contratos en régimen casi de esclavitud, una temporalidad brutal que te deja sin defensas ante el poderoso, precariedad galopante que no permite levantar cabeza, ejercer tu dignidad humana. El pueblo pide una redistribución más justa de las riquezas y se encuentra con uno de cada tres niños en situación de pobreza, con que los que más tienen, multiplican su riqueza, y los demás, pierden en proporción geométrica lo que era suyo, que mientras que los que siguen consumiendo artículos de lujo no hacen colas, los comedores sociales, las obras de las parroquias, tienen cada vez más gente a las puertas de sus casas. El pueblo pidió con el grito del voto (con razón o equivocadamente, ese es uno de los valores de la democracia) un cambio de gobierno que resolviera los problemas de la gente común, y se encontró privatizaciones que hacen ricos a amiguetes y socios (con el mismo carné político), desproporcionadas subidas de impuestos básicos que han castigado a los mismos, rescates bancarios a costa de la penuria general, mentiras, falsedades, ocultaciones, cobardía para asumir los latrocinios, corrupción con mayúscula que se niega con la boca chica, mientras se intenta salvar el pellejo. Que no usen más, por favor, el nombre del pueblo en vano.

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