El pecho excesivo de Mariano

Lo de Mariano sacando pecho porque presuntamente han arreglado este país (después de arruinarlo, y a modo) recuerda a aquella anécdota del mitin de Alfonso Guerra

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Viene ahora Mariano con ínfulas que como siempre se acaban convirtiendo en despropósito; viene ahora, tras la firma del primer acuerdo en tres años con los maltratados agentes sociales; viene Mariano ahora, después de ese baño condescendiente de palmadas en la espalda (como puñaladas, en algunos casos), con los ojos vendados, ese “qué buenos somos que nos admiren”, que ha sido la cena de Navidad del Partido Popular (más popular cada día, porque los que no lo conocían de sobra saben ya como es); viene digo, a decir, que la recuperación será total cuando esté en los bolsillos. La primera duda que surge es saber a qué bolsillos se refiere, si a los suyos y los de su clan, bien forrados en A, y en B de Bárcenas y en C de... Cospedal, o al del resto de ciudadanas y ciudadanos, y olvidan que no han dejado ni eso a muchos, ni bolsillo, ni bolso, ni faltriquera, ni zurrón, porque todo nos lo han quitado (la bolsa y la vida, reinventando al clásico).
       Lo de Mariano sacando pecho porque presuntamente han arreglado este país (después de arruinarlo, y a modo) recuerda a aquella anécdota del mitin de Alfonso Guerra: había dicho Manuel Fraga (el demócrata franquista de toda la vida), que España tenía arreglo con la derecha, y el letrado socarrón sevillano, ni corto ni perezoso, se sacó (en vivo y en directo, como se suele enfatizar) de la muñeca el reloj de pulsera y lo golpeó varias veces contra el atril, para mirarlo y exclamar: “Esto tiene arreglo, ¡pues no lo hubieras estropeao!”
       Evidente, en cualquier caso, que hay mucho más: quien solo sirve para el dolor, no vale después para el remedio y para la alegría; quien mira hacia dentro constantemente, no es capaz ni de entregar ni de darse; quien ha trenzado desazón, miseria y miedo, difícilmente puede romper el Nudo Gordiano si no es con la espada, y ese nunca es el remedio cuando se pretende que sea la inteligencia y no el oportunismo y la cobardía del que se sabe incapaz al tiempo que poderoso, la que gobierne y distribuya. Nada más que por esto, más de uno ya merece estar en su casa o tras de las rejas.
       Niño, ¿cómo era aquello que decía la anciana televisiva? “¡Ay, señor, llévate al tonto!” Bueno, o algo parecido

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