Pienso, luego estorbo

La herida abierta

Escuchaba hace unos días en los informativos de Antena 3 que el tranvía de Zaragoza se une a otros ejemplos de despilfarro en obras públicas. Sin embargo...

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Escuchaba hace unos días en los informativos de Antena 3 que el tranvía de Zaragoza se une a otros ejemplos de despilfarro en obras públicas. Sin embargo, el de Jaén ni siquiera lo mencionaron. Ya no es ni tranvía, es un aparcamiento lineal en el centro de la ciudad que le viene fenomenal a los padres para dejar a los niños cerca del colegio y para la carga y descarga. Y comparo los de Zaragoza y Jaén porque sus inicios, sus obras y su puesta en funcionamiento fueron paralelos. Ambos fueron inaugurados en el año 2011, aunque el de Jaén tan sólo por unos días. Fue precioso. Solo faltaron los bocadillos y los canapés para merendar mientras se paseaban gratis. Para arriba, para abajo, otra vez para arriba y otra vez para abajo. Esa fue la consigna socialista a sus militantes por mensajes de móvil, especialmente a los jubilados: “¡Que vean que está lleno!”, “¡Todos al tranvía!” Y no solo sus comienzos fueron análogos, sino también el “proceso administrativo” gestionado por los alcaldes socialistas. El Tribunal de Cuentas apunta que el tranvía de Zaragoza costó 400 millones de euros. El de Jaén, que se sepa, 120 millones, y ni siquiera funciona. Su proyecto de ejecución, que constaba de 2.018 folios (tuve la obligación de leerlo como concejal en la oposición), así como su Memoria, apuntaban que no era en absoluto viable ni rentable, con párrafos lapidarios como, por ejemplo, “(…)como se prevé una baja utilización, se opta por los vagones de menor capacidad”, o “en el supuesto de que la población atendida fuera aquella que se encuentre a menos de 500 metros, sólo se estaría dando cobertura al 37,5%  de la población” que ya vaticinaban su fracaso. En cuanto a la construcción de los vagones, estaba pensado que fuera la empresa CAF, instalada en Santana Motor, la que los construyera “cuasi a dedo”, y así dar carga de trabajo a la factoría linarense. Sin embargo, tras las denuncias de los concejales del PP, dieron marcha atrás. Cuando se echó el freno, la reunión del alcalde de Linares en las dependencias de la alcaldía de Jaén tuvo que ser de órdago. Se escuchaba desde la Pilarica, no la de Zaragoza, sino la de La Carrera. Al final, se adjudicó la construcción de los mismos a una empresa francesa, que ni los fabricó, puesto que optaron por comprárselos a la Comunidad de Madrid, por lo que los franceses le pintaron el lagarto, los empaquetaron, les pusieron el lazo y los enviaron para Jaén.  Desde el PP nos cansamos de denunciar el disparate que se estaba cometiendo. Abrir en canal una ciudad y destrozar avenidas recién construidas tan solo para satisfacer  el capricho de algunos fue y será siempre una conducta reprochable al Partido Socialista de Jaén y al de Izquierda Unida, por su apoyo entusiasta.  La barbarie cometida por el PSOE hace que, aun habiendo pasado ya más de 6 años, siga siendo hoy motivo de denuncia, reproche e indignación, puesto que muchos jienenses, seguimos llorando por una herida abierta, de muy difícil cicatrización, en el corazón de nuestra querida ciudad.

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