Pienso, luego estorbo

No hay Palodul

En esta Navidad no nos ha faltado de nada. Bueno, en realidad he echado en falta el “palodul”. En medio la plaza del pueblo, la de la Constitución, nos han...

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En esta Navidad no nos ha faltado de nada. Bueno, en realidad he echado en falta el “palodul”. En medio la plaza del pueblo, la de la Constitución, nos han instalado unos puestecitos de patatas asadas, buñuelos, gofres recién hechos, algodón, palomitas, mantecados, magdalenas, dulces…y todo ello regado con un buen vinillo de Cariñena, el de siempre, ¡el de la feria! Y de postre unos churritos. Todo ello además presentado en unos stands de diseño vanguardista acordes con las últimas tendencias parisinas. Y de vigilante de todo ello Bart Simpson, sin duda elegido para tal evento por nuestro Ayuntamiento por sus rasgos más destacados: su picardía, rebeldía, falta de respeto a la autoridad y su capacidad de liderazgo. Y, para vigilar a los malos desde las alturas, Spider-Man. 

 

Pues bien amigos, catetos podemos ser todos, podemos no haberlo sido nunca y podemos, también, dejar de serlo, si alguna vez lo hemos sido. Y a pesar de ser un concepto relativo, sin duda, la medida de lo cateto no está en el lugar en el que uno viva, ni, evidentemente, tampoco por el sitio en el que haya nacido. El cateto lo puede ser, básicamente, por dos motivos: uno es la ignorancia, el otro la estrechez de miras. Y es bastante más fastidiado lo segundo, porque de la ignorancia se puede salir, si se quiere.


Una ciudad que aspira a ser el núcleo social, económico y cultural de esta provincia no puede permitirse la catetada que nos han colocado en medio del pueblo, bajo el argumento, me imagino, de sacar unos euros para sanear los 700 millones que se adeudan. ¿Os imagináis, por un momento, lo que estáis viendo en la Plaza de la Constitución de Jaén en la Plaza Mayor de Madrid, o en Gran Capitán en Córdoba o en Plaza Nueva de Granada? Luego nos quejamos que en el puente de la Inmaculada sólo ha habido una ocupación hotelera del 50 %, cuando cualquier capital de provincia estaba en esas fechas preciosa con sus adornos navideños, árboles de Navidad, belenes e iluminación (eso lo dejamos para otra ocasión), sin necesidad de tanto gourmet. Con estas iniciativas, no solo se perjudica la imagen de la ciudad sino también al pequeño y mediano comercio que durante todo el año pagan impuestos, generan empleo y contribuyen a las arcas de la seguridad social. Este comercio tradicional hay que protegerlo permanentemente, no sólo de palabra, también con los hechos. Por eso los puestos ambulantes deberían ser exclusivamente de motivos navideños. No es de recibo que en estos días de mayor facturación se les ponga en el centro de la ciudad tenderetes para hacerles la competencia directa en sus ventas. Lo siento, no me acostumbro a ver a mi Jaén más cateta. Os deseo una Feliz Noche Buena y día de Navidad.

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