La película “La reina de España” del apátrida Fernando Trueba no ha concitado precisamente el entusiasmo de los ciudadanos, y mucho menos de la crítica. Pero, en este caso, esto no es lo más importante. Lo que realmente duele es el desdén de los ciudadanos. Desde su estreno, tan solo la han visto unos pocos y el Trueba, uno de los enemigos de España. Sí, quién renegó de España delante del ministro del Gobierno de la Nación cuando le estaban otorgando el Premio Nacional de Cinematografía, declarando: “nunca me he sentido español, jamás, ni cinco minutos de mí vida”. Y para justificar el descalabro de la película, la excusa en la que se han amparado los progres del mundo de la cultura para posicionarse a favor del personaje, ha sido la de siempre: el facherío tiene la culpa y Trueba está siendo sometido a un terrible acoso en las redes sociales.
Pues mire usted, si los fachas han rechazado ir a ver su extraordinaria película están en su derecho; simplemente se limitan a ejercer su libertad y a gastarse su dinero donde les da la gana, sin comprometer a nadie, a pesar del terrible sistema capitalista que oprime a los progres.
Estamos muy hartos de que nos insulten, ninguneen, desprecien…etc., simplemente por ser españoles, por sentirnos orgullosos de ser españoles y, por supuesto, por pensar de forma diferente a ustedes. Y no tenemos por qué aguantar más, ni callarnos ante personajes que, al igual que usted, desprecian a este país, su historia, tradición y costumbres, y sobre todo a los españoles.
Pero como España es como es, no se preocupe Sr. Trueba, que el partido al que votan los fachas seguirá dándole premios y cuantiosas subvenciones, y seguro que algún ministro de ese partido, con bastante más educación que Vd., le aguanta otro discursito deleznable de insulto a los españoles. Me uno por ello, a los miles de ciudadanos anónimos, a los que Vd. y los culturetas llaman “los fachas españoles”, que solicitamos que devuelva las subvenciones que le hemos dado con nuestros impuestos, y que se vaya a Hollywood a ver si allí, sin subvenciones, consigue que Woody Allen o Clint Eastwood lo contraten de acomodador en alguna de sus películas.
Ahora en el bodrio esperpéntico de los Goya tienen otra oportunidad de continuar con sus ofensas y burlas hacia los que nos sentimos españoles. Nosotros ya hemos aprendido el camino: desearles un buen viaje hacia Caracas.
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