Pienso, luego estorbo

La alcaldesa de España

La muerte de Rita Barberá ha abierto muchos debates políticos sobre los que reflexionar. No es el caso del sátrapa Fidel Castro, el tirano que más tiempo...

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La muerte de Rita Barberá ha abierto muchos debates políticos sobre los que reflexionar. No es el caso del sátrapa Fidel Castro, el tirano que más tiempo ha ejercido el poder en América, que, democráticamente, ha “heredado” su hermano. El castrismo continúa, luego el hijo, el nieto…  Los casos de corrupción que han aflorado en los últimos años han llevado a algunos partidos a intentar aparentar que abanderan la regeneración democrática. El PP ha abandonado sus principios y aceptó durante la negociación del pacto de investidura la tesis de Ciudadanos en esta materia, equivocada, sin duda. Para C`s todos los políticos deberán cesar desde el momento en que se les abra investigación judicial (antigua imputación) por delitos de corrupción y tráfico de influencias, así como en los de violencia de género. El PP fija en sus estatutos que serán excluidos una vez se abra juicio oral y, en mi opinión, no podría fijarse antes, puesto que es a partir de ese momento cuando se está procesalmente acusado (que no condenado) de la comisión de un delito. Estar imputado, ni mucho menos, es sinónimo de ser corrupto, culpable o delincuente. Hay imputados que acaban siendo condenados y otros que son absueltos a los cinco minutos de declarar. Un escenario contrario daría lugar al injusto resultado de que si cuatro impresentables, que los hay, presentan una denuncia penal contra un político, sea por el motivo que sea, éste tendría que abandonar su responsabilidad política.
La decisión de apartar a Rita Barberá como militante del Partido fue sin duda apresurada y equivocada, porque no había sido condenada por los tribunales pero sí por la llamada “pena del telediario”. Se debe ser implacable con la corrupción pero también ser justos con las personas porque de la condena mediática a veces no se recuperan nunca, quedando demonizados para el resto de su vida. Una buena parte del PP la quería fuera, y la inmensa mayoría calló y no la respaldó. Nadie del PP estuvo con ella arropándola en ese duro paseíllo judicial y mediático. "No es del PP", afirmaron muchos. Es necesario hacer autocrítica y no culpar de todos los males a los medios de comunicación, cuando la realidad es que su partido la repudió. Rita pedía respeto, también a los suyos. Desconozco la causa de su fallecimiento, pero seguro que murió con mucha pena de ver cómo era excluida del Partido al que dedicó su vida. Y esta experiencia debe de servirnos a todos para nunca olvidar, aunque en el periodismo sea difícil, que lo fácil es redactar el titular, y que la presunción de inocencia ha de mantenerse para todos (incluso para los políticos) hasta que llega la sentencia. Nadie es culpable hasta que no se demuestre lo contrario en un juicio justo.

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