Patio de monipodio

OPAs que dan calambre

La OPA sobre Sevillana de Electricidad, llevada a cabo por una empresa estatal, que lo fue justo hasta que dejó Andalucía sin energética propia

Publicado: 20/05/2018 ·
22:29
· Actualizado: 20/05/2018 · 22:29
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

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Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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El objetivo de las OPAs es ser más grande. La “opadora”, porque la “opada” desaparece. No sólo en las opas, en todas las absorciones y fusiones por absorción, repetitiva e innecesaria definición, para dar más brillo a lo que sólo brilla por la ausencia… de verdadera competencia, cedida al enfrentamiento. Porque el enfrentamiento elimina la competencia y la competitividad. La OPA sobre Sevillana de Electricidad, llevada a cabo por una empresa estatal, que lo fue justo hasta que dejó Andalucía sin energética propia porque había que contentar a los “patronos” del circo gubernativo; y sin impuestos a la Hacienda andaluza, porque había que contentar, también, a los aliados del 3%, sirvió para algo más que para hacer más dependiente a Andalucía.

Para mucho más. Porque la primera “medida” de Endesa fue impedir la existencia de una filial creada para industrializar Andalucía. Por lo visto eso chocaba con los planes de la empresa estatal, ya presta a privatizarse, porque chocaba con los planes de los posibles aventajados compradores de la eléctrica, hecha crecer para animar su compra y favorecer a los afortunados. A partir de ahí, la mayor eléctrica de España, una empresa estratégica, ya en poder de un Gobierno extranjero, centralizó todos sus servicios, que mantener trabajadores fuera de su norteña sede será muy social, pero merma los ingresos de sus propietarios y altos directivos.

Pero los ingresos, es de suponer, también los disminuye, aunque poco, la prestación de un servicio. De un buen servicio, añadimos. No hay temporal ni tormenta en que amplias zonas de Andalucía pierdan el servicio eléctrico, en que los cables se desconecten de los enchufes y ya sabemos la preponderancia de los enchufes sobre los cables. Algunos años después de aquella OPA hostil contra Andalucía y algunos, algunos no: muchos avances tecnológicos capaces de facilitar el transporte y la reparación de posibles emergencias, a pesar de disponer de medios técnicos que, antes de la apropiación de Sevillana por Endesa ni siquiera se intuían, el servicio es mucho más deficiente. Las interrupciones más frecuentes. Y su solución más lenta. Todo un conjunto de lujosos “récords” que, con plena seguridad, la matriz italiana es incapaz de “regalar” a sus clientes.

Salvo contadas excepciones, hoy no es necesario desplazarse al lugar de la avería para reanudar el servicio, lo que hace más fácil comprender que tener sin luz a varios pueblos en pleno temporal, o tardar casi doce horas en reponer el servicio en una zona tan poblada como Fuengirola, o los continuos cortes en Sevilla, largamente agrandados en la conurbación, sin más respuesta que el bloqueo de líneas telefónicas, sólo interrumpido con el lacónico “están trabajando”, es fácil comprender, decimos, que deberían ser motivos de sanciones serias.

Pero ¡qué desatino! ¿Sancionar a una eléctrica? Para que luego se oxiden los goznes y las cerraduras (las bisagras están gastadas) y, favor por favor, se cierren las puertas de paso a “consejerías” y “asesorías” bien remuneradas; que “cierta clase” política tiene cerca, muy cerca, la “devolución” del favor, de tan cansados como están los electores. 

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