La EPA (Encuesta de Población Activa) ha enloquecido. Según su reciente publicación, el salario medio en Andalucía es de 1.686,40 euros, y en Extremadura de 1.613 euros. Para enloquecer. Si en estas dos comunidades hay salarios de 600 euros, incluso por debajo de 500 ¿cuánto ganan los que más, que además son poquitos, para llegar a esa cifra media? Se habrán equivocado. Se tienen que haber equivocado, pues no creemos que quieran engañarnos, acción imposible, pues cada cual sabe lo que gana, digan lo que digan las EPAs.
No sólo esos números han enloquecido. El de parados en Austria, Alemania y Holanda no llega al 10%. Cifra asumible para los fondos del seguro de desempleo. En Andalucía y Extremadura supera el 30%. La tercera parte. Duro esfuerzo para la Seguridad Social. La diferencia es que a Alemania, Austria y Holanda, nadie (es decir, la Unión Europea) les exige el cierre de empresas ni el abandono de cultivos y de explotaciones ganaderas. No se lo pueden exigir: son ellos quienes lo exigen a España y otros países “menores”, para colocarnos sus excedentes. Sus gobiernos son fuertes, porque su oligarquía es fuerte. Porque, aunque los pseudo-internacionalistas sigan diciendo “el capital no tiene patria”, en ellos residen las grandes corporaciones económicas, en cuyo nombre actúan los gobiernos que defienden a sus empresas, pero… ¿qué hace el de España, aparte de crear conflicto y ayudar al hundimiento, a quien ha tenido el doble “atrevimiento” de mantener su sede en Andalucía siendo multinacional y fomentar energías alternativas?
En una cosa no falla la EPA, pero, ¡qué lástima! ya podría haberse equivocado. Los salarios más bajos, los de Andalucía y Extremadura, vienen a alcanzar como máximo el 40% de los más altos: Euskadi y Madrid. Y eso que “todos somos iguales ante la Ley”, que este Estado es “unitario por encima de todo”, y que “no hay discriminaciones” porque están expresamente prohibidas por la Constitución. Pues parece que la Constitución se esgrime y se actúa con la mayor dureza posible, cuando conviene a quienes tienen que aplicarla. Cuando no, cuando no se discute su autoridad, o su posición, pero se conculca el derecho de unos millones de personas “muy españoles y mucho españoles”, Mariano, la dureza pasa de las medidas a cierta parte de la fisonomía de quien debería aplicarlas, para igualar, no tanto a muy, como a muchos españoles.
Los bajos salarios impiden la recuperación económica. Eso se sabe desde el “crack” del 29, remontado gracias a su reconocimiento y a ser admitido por quienes podían hacer el esfuerzo y subirlos: la oligarquía que por aquí prefiere vender menos, pero ganar quedándose con todo el numerario existente. Total, mientras el Gobierno les proteja y les inyecte el dinero que falta en la caja de las pensiones… Total, ya decía el locutor elevado a comentarista “es que a los viejos les ha dado por no morirse”, sin preocuparle su edad, ya más bien pasada, protegido por la cuenta engordada por su actividad des-informativa y sus compromisos con el poder. Cierto es el aviso de la U.E.: a pesar de que el empleo crece en todas partes, en España cada vez hay más contratos temporales. El viejo truco de invertir menos para ganar más.
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