Patio de monipodio

Lo que nos faltaba

Llaman “arte de lo posible”, a lo que los políticos hacen imposible. Ahora, el Sr. Mariano, después de haberse negado reiterada...

Llaman “arte de lo posible”, a lo que los políticos hacen imposible. Ahora, el Sr. Mariano, después de haberse negado reiterada e insistentemente a cualquier tipo de acuerdo o diálogo, se deja caer con que “está abierto…”. Pero -salió el pero- “no para…”. Así que puede haber diálogo para, como, desde, con quien él quiera y decida. Declaración “respaldada”, por el 30% de los españoles que lo votaron en las últimas elecciones. Lenguaje propio de dictadores, como cuando afirma: “Tomaré la mejor decisión, que para eso soy el Presidente”. Infalible. Así nos va. ¡Faltaría más, querer practicar democracia! Menos mal que está él para impedirlo. Lógico que, desde esa óptica prepotente y totalitaria, dicte otra de las suyas, para que las empresas puedan cambiar de domicilio sin la aprobación de sus propietarios, los accionistas. El cambio no está dirigido sólo a facilitar la marcha de empresas catalanas. No es una ley ex profeso para Cataluña; aparte de haber dejado demasiado a la vista el plumero, hay otro plumero por ahora oculto tras las algaradas gubernativas con la pretendida secesión catalana: para que ninguna empresa andaluza pueda negarse a trasladar su sede a Madrid, como ha venido haciendo Abengoa durante sesenta años, lo que le ha costado la existencia. A partir de ahora tendrán que atender las llamadas a engordar el entramado industrial del centralismo, pues la decisión recaerá, exclusivamente, en el Consejo de Administración.

Andalucía va a ser perjudicada, una vez más, por una oscura decisión gubernamental. No son las empresas salidas de Cataluña, quienes van a venir a mejorar el desierto industrial en que previamente nos han dejado. No. El desierto continuará y, si acaso, se agrandará. Nuestros impuestos pasarán a pagarse en Alicante, Bilbao, Madrid, Zaragoza ó dónde esas empresas se ubiquen. Ó se seguirán pagando en Barcelona, como en el caso del cuarto banco del país, que sólo traslada a Alicante sus oficinas centrales -que no es poco, por el aumento de empleo redundante en la ciudad y su entorno-, pero la sede social, al mantenerse en Barcelona, seguirá ingresando el beneficio de nuestros ahorros en la Hacienda catalana. No es criticable que empresarios catalanes hagan el “teatrillo” anti-independencia, pero se mantengan en el mismo lugar. Eso es lo que nos distancia a los andaluces. Al mayor distribuidor de neumáticos de España, nacido y crecido en Sevilla, para trasladar su sede y oficinas centrales a Madrid, sólo le movió un aliciente: La “importancia”, el prurito de residir en la “capi”, llevar más dinero y más trabajo allí dónde más hay, para que la Sra. Presidenta pueda vomitar el falso aserto de que “pagan 3000 millones de euros, para mantener sanidad y educación en Andalucía”.

¿Esta es la unidad de España perseguida por el PP, el PSOE y el Gobierno? Pues, con amigos así, no necesitamos enemigos. El Sr. Rajoy, Jefe superior de la Sra. madrileña, tan enfrascado en pedir “legalidad” a otros, ni siquiera ha tenido el detalle de callar a su pupila. Y, por supuesto, ni pedir disculpas. Eso ni remotamente. ¿A los andaluces? Para qué?, si hay ciudades llenas de banderas con que legitimar su arrebato totalitario.

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