Patio de monipodio

Productividad

Productividad es producir más. Vaya evidencia. Luego, si es producir más, sólo puede haber productividad dónde se produce algo...

Productividad es producir más. Vaya evidencia. Luego, si es producir más, sólo puede haber productividad dónde se produce algo. Evidente, también. Pero producir es sacar productos, fabricarlos, elaborar cosas útiles. “Engendrar, procrear, criar, dar fruto la tierra” Si esto es producir, productividad es animar la producción. Pues, si seguimos así, un día nos pedirán un destornillador y daremos una bombilla. O un sacapuntas, cualquiera sabe. Es que ahora resulta que “productividad” también es poner más multas. Tan lejos han llegado los inventores de léxico envueltos en labor política y administrativa, gracias a quienes los multadores de coches parados, con uniforme mimetizado y eufemísticamente enmascarados con el nombre de “controladores”, llenan las arcas municipales y aligeran levemente las listas del paro. Pero ¿controlan? ¿Qué? ¿El tráfico? No. Si acaso vigilan el tiempo que un vehículo permanece en determinado lugar, para endiñarle una denuncia, prácticamente irrebatible, porque quizá también en consecuente mimetismo, su palabra y su maquinita “siempre tienen razón”; la mejor manera de no atender a razones.

Y ya está hecha la transmutación. Quien más multas pone es quien más beneficio provoca (provoca, no produce). Pero como sería feo llamarlos “provocadoras y provocadores”, ya puestos y dedicados al mimetismo, les aplican el adjetivo de “productividad”. “Productividad” en lenguaje multativo, es poner más multas. Y quien más produce (quien más multas pone), gana más. Porque para eso se ha dispuesto un llamado “plus de productividad”. Pero ¡si no es posible multar más coches de los estacionados! ¡Ah!, ándense listos. Y tan listos que resultan las multadoras y los multadores, pendientes de que el conductor no se retrase un minuto. O deseosos de que se retrase ¿por qué no?, si eso aumenta su beneficio.

Lo peor: lo llaman “plus”. Quizá no esté permitido pagar comisiones por multar, quizá no tenga buena imagen y, como son “maestros del lenguaje”, lo disfrazan. Otra vez. No había manera de probarlo, pero al renovar cierto convenio, se ha suprimido el “plus”, lo que significa que sí existía. En ese lugar ¿y en los demás? Ojalá todos los ayuntamientos puedan negarlo. Puedan, decimos. En el caso que nos ocupa, el “plus de productividad” ha cambiado. Ahora se premia a quienes no tienen ni “faltas injustificadas” ni faltas graves. ¡Qué buenos son! Premian a quien no falta, o a quien atiende bien a su trabajo, es decir, a quien cumple con su obligación en vez de castigar a quien falta al trabajo sin motivo, o a quien retiene una devolución (¡ah!, que eso no es una falta). Un bonito detalle. Una motivación. ¿Se animarán todas las administraciones y todas las empresas privadas, a “motivar” tan generosamente a sus empleados?

¡Qué tratamiento tan “humanizado”! ¿Y si aumentaran el plus por no salir a desayunar una hora después de entrar al trabajo… cuando entran? Tiene que dar gusto ocupar una plaza de funcionario. Con razón tanta gente anhela alcanzar tan preciado puesto. Lo cierto es que, “recomendar” que viva en una habitación a quien busca una vivienda y otras “lindezas”, van a seguir sin restar puntos. Una pena.

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