Patio de monipodio

Los títulos no sirven

Pa ná”. Y eso lo dicen en Silicon Valley, la Meca del avance tecnológico, de la modernidad empresarial...

Pa ná”. Y eso lo dicen en Silicon Valley, la Meca del avance tecnológico, de la modernidad empresarial; el modelo; el espejo dónde gustaría mirarse a todos los “Parques Científicos y Tecnológicos” que proliferan como hongos. “El expediente académico no sirve para nada”, afirma el responsable de relaciones humanas de Google. Y mientras Aquí, convertido esto en “paraíso de la titulitis”, se crean nuevos “colegios profesionales” con el pretexto de “proteger los intereses profesionales”, cuando lo que se busca es verse diferentes. Diferencia que cortaría el paso a Bill Gates, Steve Jobs ó Mark Zückerberg, entre otros.

Aquí se puso de moda pedir una carrera superior, dos idiomas, tres máster y cinco años de experiencia. ¡Ah! Y edad máxima, veintiocho años. Por “continuidad”, decían. Como si el mimado especialista, si existiera, no fuera a aceptar cualquier sabrosona oferta. En Silicon Valley -a pesar de Harvard, Columbia, Stanford y otras punteras, acaparadoras de los primeros puestos en “excelencia”- han caído en la cuenta que el expediente académico no asegura talento, creatividad, ni capacidad de aprendizaje. Google, IBM, Microsoft y otras grandes empresas innovadoras y tecnológicas, ya no se limitan a leer un papel. Quieren comprobar entrega, capacidad, iniciativa, creatividad. Y, desde hace años, la disposición.

Quizá no sea totalmente justo decir que “estudiar no sirve para nada”. De algo debería servir. Sobre todo si no se abandonara la formación personal, humanística; si no se centrara todo en la enseñanza técnica, como viene haciéndose en USA y se está imponiendo en Europa, con el más despreciable desprecio a su historia y a su formación humana y filosófica. La formación es necesaria. Pero los nuevos “amos” del mundo, se han dado cuenta que, incluso para crear los medios con que dirigir a la sociedad por los derroteros marcados por ellos, se necesita algo más que un título colgado en la pared. La formación es imprescindible para el desarrollo intelectual y humano. Razón de más para la existencia de especialidades en la enseñanza. Y, especialmente, para que, en ningún caso, se omita la humanística. “Las letras” son necesarias porque mejoran la comprensión, mejoran el ideal universal, abren la mente.

La Filosofía no es “una entelequia”. Un poco de formación humanística y filosófica ayuda en todas las materias, además de su estudio también específico, capaz de crear, o al menos mejorar pensadores, algo de lo que el mundo actual está falto y por ello muy necesitado.

No hay que dejar de estudiar. Hay que mejorar sistemas y contenidos y centrar las profesiones en lo que son. Pero las modas suelen ser nefastas, a veces hasta en el vestir. Por eso los seleccionadores deberían aprender, también. Por ejemplo, que lo mejor no está en un expediente. O que, al menos junto a él, si no por delante, sería bueno tener en cuenta la experiencia, la disposición, la capacidad, valores que no pueden registrarse en un “C.V.” Deberían convencerse que, cuando se valora fundamentalmente la edad. el título académico ó el sexo, se cae en la trampa tópica, y no se es justo con el individuo, ni se favorece a la empresa ni a la sociedad.

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