Patio de monipodio

Patria potestad

Más que “patria”, potestad. Potestad para poder enseñar, orientar, formar...

Más que “patria”, potestad. Potestad para poder enseñar, orientar, formar. Autoridad no es igual a dictadura. En el buen sentido, los padres y educadores la necesitan para formar, capacitar, conducir a los niños en conocimiento, responsabilidad, discernimiento, respeto a la convivencia. Si se legisla que cada cual vaya a su aire, sin educación, sin compromisos con la sociedad ¿qué sociedad haríamos? No se hable de “anarquismo”, que es el máximo exponente de madurez humana. Quien estuvo contra la arbitrariedad de la autoridad paterna, no puede aceptar el cambio por otra arbitrariedad de sentido opuesto. Horrible es maltratar a los hijos, pero un cachete no es maltrato. Peor trato que el cate es separar al hijo de sus padres, a quienes necesita para crecer, para hacerse adulto. Es algo que parecen haber olvidado las leyes, supuestamente de defensa de la infancia, que sin embargo no defienden a la infancia, sino a una idea, a un concepto de libertad capaz de convertir a la libertad en burda burla de sí misma. Admitir a trámite una denuncia por maltrato, de un niño a su madre por guardarse el móvil, es un gravísimo precedente. Y otorgar al teléfono una importancia muy superior a la que debe tener. El teléfono es un medio de comunicación que mucha gente -jóvenes sobre todo- utiliza para muchas otras funciones. Entre ellas para ser captados por bandas criminales. Aunque, sin llegar a tanto, es evidente que los padres deben gozar de la autoridad suficiente para poner límite a ciertas actividades. Admitirla a trámite hace pensar en lo que no funciona.

Pedir nueve meses de cárcel para la madre lleva al absurdo. ¿Qué supuesto derecho del menor ha conculcado la mujer, al retirarle el móvil mientras no estudie? Para que exista Justicia, de fiscales así líbranos, Señor. Estudiar sí que es un derecho. Y un deber. Y es deber de los padres llevar a sus hijos al aprendizaje, desde lo más básico hasta normas de convivencia.

Si quitarle el móvil para forzarlo a estudiar, merece nueve meses de cárcel… ¿tan grave es que los nenes estudien? ¿Tan hondo ha llegado el miedo al saber, a que los demás sepan, para intentar extirparlo, erradicarlo, eliminarlo con semejante y brutal represión? Castigar a la madre y alejarles durante nueve meses, para que pueda aprender “la libertad de la calle”: todo cuanto la madre no podrá enseñarle. ¿No merecería castigo permitirle no estudiar? ¿Esto es cordura, ó Quién no demuestra responsabilidad en este acto? Ni padres autoritarios ni postrados ante sus hijos. Ni autoridad indiscutible y represora, ni permisividad absoluta y absurda. Pese al exceso de carga a los padres y de libertad del niño, cuando el niño haga una “de las suyas”, se cargará a esos padres de responsabilidad civil; flagrante contradicción, después de, previamente, haberles quitado la posibilidad de enseñar, guiar, conducir a sus hijos. Contradicción flagrante y vergonzosa.

Ahora bien: ¿por qué los padres no, y el Estado sí? ¿El Estado enseña? Eso debe ser nuevo. ¿Es que legisladores, gobierno y fiscales están por encima del bien y del mal? ¿O se lo autoadjudican? Hay mucho que cambiar y la de la Justicia sigue siendo una urgente reforma pendiente.

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