Patio de monipodio

Ejercicio de humildad

Por fin! Los empresarios han comprendido la importancia de la conexión, de la colaboración entre sus empresas…

Por fin! Los empresarios han comprendido la importancia de la conexión, de la colaboración entre sus empresas… gracias a la juventud. Esa ha sido la conclusión de un foro en las alturas (empresariales) sucedido hace unos días. Demasiada altura, tanta, que se han olvidado de asentar los pies. Que el halago no es Justicia, ni se hace Justicia halagando (y con el mazo dando). Como aquel hermoso jovencito, “plenamente abierto” a la colaboración, hasta que consiguió, de alguien algo menos joven, las direcciones de posibles clientes que necesitaba. O aquel otro que encargó un trabajo -“no hace falta contrato, hay confianza, sabes que te admiro”- y el creativo todavía espera el cobro. Será para confirmar que “dónde hay confianza, da asco”. Y puede que mucho más. Se aplaude el emprendimiento, se festeja las ganas de trabajar… cuando hay ganas. Pero ni montar un bar ni una tienda de ropa -deportiva o de vestir- es una originalidad, precisamente. Será “emprendimiento” muy relativo; o falto de imaginación, aunque los emprendedores no hayan llegado a los 30 años.

El exceso de halago ha creado una generación creída y crecida. Y ha “hecho” inútil a quien cumplió los 35. Y no es que les falte preparación, pero un poco de humildad, sin duda. También lo reclamaban en el foro mencionado, no nos quedemos sólo con la parte placentera. La conexión entre empresas, trabajar de forma colaborativa, es un beneficio para quien lo hace y, como consecuencia, para el conjunto de la sociedad en que se desarrolle. Aunque se la defina con la palabra más rara imaginable: “crowfunding”, como si no fuera más comprensible una definición que una defineción. Pues hace tiempo que muchos empresarios lo practican, que el término anglófono ni lo ha inventado ni lo dignifica. La fusión entre diez cooperativas andaluzas consolidadas, no sólo es un buen ejemplo: es un paso más. De todas formas, bienvenida la colaboración en tanto beneficie a los mutuos colaboradores, aunque lo llamen de forma tan rebuscada, y mientras sea colaboración. Que para aprovecharse de otros, o de absorber a otros, ya existe experiencia sobrada.

Ahora: bien, salir por el cliente. Pero ¿por el proveedor? Cuando no lo haya in situ. ¿Trasladarse? En uno y otro caso ¿qué clase de riqueza se aporta? Hay que movilizar el talento sí, lo contrario de aquel “listo” que pedía trasladar la producción a otros países y mantener aquí las oficinas. Sería para no perder su cuota de contratación publicitaria. Él no podía perder su trabajo, pobrecito. Movilizar el talento es opuesto al subterfugio de servirse de los otros. Se consigue con colaboración. Y con ayuda. Y ayudar es lo contrario de poner trabas. Es facilitar medios, simplificar gestiones, agilizar trámites. No tener a los emprendedores dos años esperando. Y facilitar financiación. Y, si facilitar financiación requiere volver a la banca pública, porque los bancos privados exigen desproporcionadamente, hay que volver a la banca pública que nunca se debía haber desmantelado. Porque crear empleo es responsabilidad de la empresa, por supuesto. Y de la Administración. Así que mejor asúmanla y acepten los balones sin faltas de malos jugadores.

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