Patio de monipodio

Arquitectura gigante

La arquitectura industrial sevillana de principio del siglo XX, mayoritariamente neo barroca, forma parte del grupo estilístico regionalista, modernista o, simplemente y con mayor propiedad, sevillano...

La arquitectura industrial sevillana de principio del siglo XX, mayoritariamente neo barroca, forma parte del grupo estilístico regionalista, modernista o, simplemente y con mayor propiedad, sevillano. Su mayor valor estriba en ser una arquitectura imbricada en el acervo cultural histórico de la ciudad, respetuosa con sus formas; una arquitectura que todavía no había olvidado el uso del compás, es decir, anterior a la ramplonería que algunos profesionales y amantes de una supuesta y mediocre “modernidad”, gustan de asimilar a la “genialidad” de limitarla a sus definiciones preferidas, tales como “volúmenes”, “cadencia”, “armonía” y otros adjetivos similares, que ni remotamente pueden suplir la falta de imaginación y sentido artístico de un cajón con ventanas o, todo lo más, con rejas tan lisas y desangeladas como sus rectilíneas fachadas.

La industria se ha ido perdiendo, para desgracia de todos; pero los edificios donde se practicaba, muestras de un estilo y de una época en que Sevilla pudo encauzar su capacidad de emprendimiento, esos edificios seguían, y algunos siguen, enriqueciendo el capital urbanístico y artístico de una ciudad que, si sigue perdiendo su fisonomía, perderá todo su encanto y su personalidad, también para perjuicio de todos. Esa arquitectura, impresa a edificios construidos fuera del casco histórico, donde un nuevo espacio abría la creatividad de los buenos arquitectos de la época, permitieron ajustarse a su tiempo sin desmerecer, sino ampliando la riqueza monumental y artística. Sevilla, a principio del siglo se adelantó a las grandes corrientes arquitectónicas sin necesidad de romper con la filosofía que la ha hecho una de las ciudades más hermosas y admiradas del mundo.

Mantener esa arquitectura es, por tanto, una necesidad, deber de todos y una obligación de quienes nos representen, porque es mantener el espíritu, el estilo, la armonía del conjunto en que se encuadran. Los edificios perdidos en la Avenida de Miraflores -Bazar España, de Gómez Millán, Fábricas de aderezo de aceitunas o Armstrong, Fundición de Bronces…- aminoran gravemente la riqueza estilística sevillana. Queda el magnífico conjunto de la Barriada Retiro Obrero, complementado en la Fábrica La Trinidad, la Fábrica La María, la de seda de Santiago Pérez y la de ballestas, que no deben caer bajo el pseudo progreso de la especulación, pues mantienen la función estilística, el efecto de conjunto. La pérdida de alguno más supondría una reforma drástica del espacio urbano y su unidad arquitectónica, ya perdida en parte. Por eso, porque ya se ha perdido en parte, esa pérdida no debería rematarse. En proceso de desaparición el Garaje Miraflores, la antigua fábrica de ballestas, luego Supermercado y actualmente Bingo Gigante, sigue en pie como sustento, testigo y recuerdo de aquella época y de un estilo artístico del que los sevillanos nos debemos sentir orgullosos.

Solares hay cercanos donde una edificación de viviendas “moernísimas” no desentonarían. En plena zona industrial de la Avenida y en el solar de la antigua fábrica de ballestas supondría un nuevo destrozo urbano; una pérdida irreparable.

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