Patio de monipodio

Ganemos, Podemos

No es apología al partido que lleva esos nombres. Son palabras que, tal cual ó con algunas de sus diversos retoques, han dominado el escenario logorreico durante bastantes días...

No es apología al partido que lleva esos nombres. Son palabras que, tal cual ó con algunas de sus diversos retoques, han dominado el escenario logorreico durante bastantes días. Frases hechas, llamadas al votante, llamada lógica desde el deseo de mandar, menos lógica desde la dinámica social tan visible y lamentable en tantos en casos, cada vez convencen menos, cada vez condicionan menos. Si no fuera por las “fidelidades”, debilidad todavía mantenida por quienes confundieron su simpatía a unas siglas con el seguimiento a su equipo de fútbol, y las “adhesiones inquebrantables” vía amiguismo y clientelismo, la debacle de dos partidos habría sido mucho mayor. Les salva, más que lo anterior, el magnífico trabajo hecho desde 1977, para convencer que con dos partidos, dos, el panorama era mucho más claro y para confundir eficacia con facilidad de mando. Todavía queda mucha gente convencida de la conveniencia de mayorías absolutas. Convencidas de la existencia de un supuesto “voto útil”, que dirige el suyo a quien les parece posible vencedor.

Y, sí, efectivamente, hay un voto útil. Y una mayoría útil. Muy útil para el partido que recibe uno y obtiene la otra; pero con ellas el pueblo, la mayoría real, ha perdido soberanía y representatividad, como se puede ver en los casi cuarenta años de supuesta democracia. Los partidos menos votados también representan al ciudadano; y los que han quedado fuera por imposición de una injusta ley electoral hecha precisamente para, apartar, esconder a los menos favorecidos. Es decir, dejar sin representación a quienes los votaron. Todo en beneficio de un planteamiento centrado en otorgar a uno, mayor representación numérica en escaños de la realmente obtenida en votos.

Sin embargo, como viene ocurriendo al día siguiente en todas las elecciones, “todos han ganado”. ¿Cómo es posible que al día siguiente, todos hayan ganado, incluso cuando han perdido? Unos en el sueño de evitar coaliciones para que les dejen mandar; otros en el de obtener apoyos de los minoritarios –ahora, sí; para esto sí los quieren- a fin de sustituir al primero. Y los minoritarios dispuestos a recibir un fuerte “abrazo del oso”, con tal de ostentar un poquito de poder. No le llamarán así, claro. Hablarán de su programa, hablarán de “facilitar el gobierno”… hablan, hablan.

Algo positivo deben tener las elecciones del pasado domingo: han terminado de romper el esquema bi-partidista, tan bien elaborado. Al final, lo cierto es que aquí nadie paga sus errores porque errores no ha habido: todo lo han hecho muy conscientemente. Bajan los de cuarenta años de poder; especialmente el PP de Juanma-Rajoy empieza a pagar el empobrecimiento a la mayoría para beneficiar a la minoría; el llamado socialista lame sus heridas sin cerrarlas, porque cerrarlas sería cambiar su política. Y los emergentes se afianzan, de momento, pese a las campañas de desprestigio de fieles acólitos del poder, orquestadas desde éste. Éste que ya se acaba. Los únicos que realmente ganan son la sucursal andaluza de “Ciutadans”, profesores de pesca en río revuelto. Porque hay gente tan incapaces de seguir votando a “su” partido, como de renunciar a su simpatía.

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