Patio de monipodio

Diecinueve

Diecinueve es el número de candidaturas presentadas al Ayuntamiento de Sevilla...

Diecinueve es el número de candidaturas presentadas al Ayuntamiento de Sevilla. Durante casi cuarenta años -buen período de tiempo- dos partidos se han partido, literalmente, para imponer su dual y única presencia parlamentaria. Para que ahora la gente -“desagradecida” a sus “desvelos”- vuelva a la situación de 1979. Para eso, la verdad, no merecía la pena haber maquinado tanto. La situación ha reventado; ha reventado el bipartidismo, empeñado en hacernos creer su “bondad” -gobernabilidad, llaman a la careta con que taparse el careto-, mientras los indicadores bajan, baja la productividad, disminuyen puestos de trabajo, casi desaparece la economía de tanto economizar.

A eso vamos. Todavía es necesario economizar más, añadir nuevas medidas de ahorro a las ya dictadas, exigencia del “Euro Grupo” por boca de Jeroem Dijsselbloem (que se puede esperar de él con ese nombre), chulo frente a Grecia, para exigirle “que acelere sus reformas”. A Grecia y a España, les exige más esfuerzos para pagar el rescate bancario, para confluir en una extraña, paradójica, incomprensible “unidad de mercado”. Uni ¿qué? ¿Se llama unidad de mercado al cierre de empresas, a la concentración bancaria y al paro subsiguiente? Esto no es Grecia, pero también lo exige con toda la amabilidad de que es capaz un político lejano a la diplomacia. Más reformas fiscales (¿a dónde querrá llevar el IVA?) y más aún en el “mercado laboral”. Después de imponer el despido libre y más libre la jornada a decisión de cada empresario ¿qué se puede añadir? ¿Bajar sueldos? ¿Más? ¡Ya está..! ¡Pagar por trabajar, único posible añadido! Si el ínclito candidato de Ciudadanos no iba mal, el hombre. Sólo se adelantó al designio de una tal “Unión Europea”, unificadora de pobreza en según que países -pero jamás del derecho al trabajo ni a la percepción salarial- después de cerrar empresas autóctonas, de arrancar olivos y forzar el abandono de tierras, para quitarnos el trigo, la remolacha, el algodón, el tejido y el azúcar. Y lo que se tercie, con tal de dejarnos tan sólo la posibilidad de comprar(les). Nos dejan el turismo, menos mal. Y la fallida construcción, para volver a fallar.

Europa ha hecho reventar el proyecto político bi-partidista, cambiado por diecinueve candidaturas. En Sevilla; en otros lugares incluso más. La justificada desconfianza en el gobierno, el sufrimiento, las secuelas de una crisis que no acaba más que en el cinismo de los gobernantes, ha deshecho el modelo fabricado laboriosamente por Alemania: que dos partidos son más fácilmente dominables que diecinueve.

Hablarán de “voto útil”, de “gobernabilidad”, a fin de justificar la libertad de mando de que han gozado para imponer el cómodo y autoritario recurso a la mayoría. Pero tendrán que ajustarse a la mucho más democrática realidad de la representatividad que se está imponiendo. Los cálculos de Alemania, tan bien maquinados, han fallado. Puede hacerse fallar el resto. Pues, si el propio comportamiento de la llamada “Unión” europea, ha podido romper un esquema tan minuciosamente preparado ¿para cuando la salida del euro? Recuérdese el sabio principio: “más vale solos que mal acompañados”.

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