Patio de monipodio

Interesa revolución

De desear a realizar hay distancia. Tanta como falta de eficacia tengan los “revolucionarios”...

De desear a realizar hay distancia. Tanta como falta de eficacia tengan los “revolucionarios”. Más, con ladridos poco mordedores difusores de un nuevo “concepto de revolución”, limitado a constatar algo tan sabido como la falta de afición a la lectura. Lo grave es que la pretensión, en vez de aportar afición sólo quiera cambiar la comodidad del papel por el brillo de una pantalla cuyo necesario movimiento, tantas veces pierde la línea de lectura. “Adaptarse a los tiempos”, dicen. “Renovarse o morir”. “Modernizarse”, dicen. La validez o invalidez de algo no sólo depende de su actualidad. Centrarse, empezar y terminar en la “modernidad”, pobre concepto, capaz de ignorar lo realmente valioso: oportunidad, valor, necesidad. Indudable comodidad la de llevar cien libros en una tableta de 10x15, Pero ¿hay quien lea cien libros? Desgraciada respuesta, porque lo digital puede acabar con el papel. O no. Pero no cambia el hábito a quienes todo lo más leen las páginas deportivas.

Ahí hemos llegado: al periódico digital, complemento del de papel, lo mantiene la aportación económica de este. Pero el pedidor de información digital exige gratuidad, verdadera base de todo el planteamiento. La cultura, la enseñanza, la información, gratis, para dedicar el dinero disponible a otros “menesteres”.

“Future Exploration Network”, auto elevado a laboratorio de análisis mediático, anuncia ya el fin de la prensa escrita, y su reclusión obligada en Internet. Lo que es bueno para los bosques no lo es para la industria. Pero hay más: ¿Podrá mantenerse una información, plenamente gratis, para satisfacer la fobia a pagar? ¿Podrán mantenerse redacciones y corresponsalías sólo con “clickeo”? “Nuevas formas, nuevos medios”, para los defensores de lo gratuito. Libertad de información. Todos periodistas. Ideal; si hubiera madurez y conciencia cívica individual. Véase primero la afición real. Porque no se plantea el fin de la información impresa o televisada, sino el de la información, sustituida por el “chat” con toda su falta de rigor y sus insultos cruzados en sustitución de razonamiento.

El despido de periodistas no es una buena noticia, -aunque parece serlo para los agoreros del papel impreso- no más, ni menos que el de 8000 empleados de Microsoft. El despido de periodistas no es consecuencia de Internet, sino de un cambio de ciclo al que disimulan con el nombre de “crisis”.

Convenzámonos: quien no lee, no lee. Quienes nunca han leído un periódico en papel, no les despertará afición una pantalla brillante, por muy moderna que sea. Si acaso, los pocos aficionados a la lectura tendrán una amplia información resumida y dificultad tan clara como el monitor o la “tablet”, para profundizar en la noticia.

Al final, parece que la “revolución” digital se trueca en embeleco, canalizada por el poder: revolucionario sí que es gastarse casi millón y medio de euros para renovar los móviles de sus señorías. Será que esos móviles tienen menor duración que los de la mayoría sufridora. Y, por si acaso, también se aprueban poner ADSL en sus domicilios particulares. Los angelitos tienen que estar bien comunicados. Por si el chollo se acaba, como el papel.

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