Patio de monipodio

Quien no está conmigo

Imposible afirmar o negar la paternidad de la frase, pese a la “inspiración divina” y santidad de los Evangelios, que fueron escritos más de cien años después...

Imposible afirmar o negar la paternidad de la frase, pese a la “inspiración divina” y santidad de los Evangelios, que fueron escritos más de cien años después. Pero es principio fundamental en el fundamentalismo religioso de la Iglesia católica. Que podría ser “antioquena” o “alejandrina”, pero prefirieron centralizar dónde recuperar la centralidad romana, aún a costa de perder Siria y África del norte, como las perdieron. Pero eso sí es historia. La otra historia, la que nos ocupa, es el derecho de la Iglesia vaticana a ostentar y detentar la titularidad de un edificio público, Patrimonio de la Humanidad, a partir del simple hecho de aprovechar una ley aznariana que le permitió inscribirla a su nombre en el Registro. Por lo demás, el argumento tan escasamente gallardo de “Gallardín”, se tambalea, como su insostenible ley contra el acceso generalizado a la Justicia. Ya sabemos qué se puede esperar de la indiscutible ideología autoritaria del Ministro, de su Gobierno y, por añadidura, del Partido Popular. Por no usar otro vocablo que pudiera ser considerado insultante por la restrictiva interpretación legislativa de algunos casos.

Izquierda Unida, a veces, razona y tiene razón. Más veces que estos “populares” de nombre, pero elitistas y discriminatorios de hecho. Nadie se ha manifestado contra el uso de la Mezquita de Córdoba por la Iglesia romana. Decirlo es una burda falacia, para intentar ocultar la realidad de lo que se ha hecho.
La Iglesia católica recibió la Mezquita directamente de Fernando III, el rey leonés conquistador del Valle del Guadalquivir, precisamente por un hecho de conquista. No de recuperación, pues ni la Mezquita ni Córdoba habían sido leonesas nunca. (Esto también es historia y por la tergiversación sufrida, merecería una más detenida explicación, imposible en la limitada extensión de un artículo). Pedir la gestión pública de la Mezquita, no ataca a la Iglesia ni a ningún principio, ni a ningún corazón. Sólo un desvarío mental grave puede justificar semejante dislate.

El no menor desvarío de un ministro ¡nada menos que de Justicia!, lleva a duda razonable de su capacidad para el cargo. La iglesia, como ya se ha dicho, no es titular por razones históricas y menos aún jurídicas. La Iglesia recibió la Mezquita por un acto “manu militari” y hace poco la inscribió a su nombre merced a la laguna abierta por Aznar y su equipo. Eso es todo.

Lo que se discute por muchos miles de andaluces, no es el derecho de la Iglesia a realizar sus cultos. Es más: para la mayoría, compartir cultos sólo podría justificarse si se hiciera simultáneamente en Estambul, Antioquía y Alejandría, entre otros lugares. Lo que se cuestiona es la inscripción en el Registro, después de seiscientos años de usufructo en régimen de administradores únicos. Porque eso privatiza un bien público, y porque hace propietario a un Gobierno extranjero.

Debería ser suficiente con tener en manos de gobiernos extranjeros sectores estratégicos, como la fabricación de automóviles y camiones o la producción y distribución de electricidad, para encima darles, también, la del Patrimonio histórico-artístico.

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