Patio de monipodio

Sueño olímpico

No es bueno acostumbrarse a lo bueno. Menos, cuando lo bueno no es bueno

No es bueno acostumbrarse a lo bueno. Menos, cuando lo bueno no es bueno. Acostumbrarse a recibir favores, a ser la preferida, a percibir todo lo que se quita a otros, a crecer merced al empobrecimiento del resto, es mala costumbre. Frente al amable pueblo de Madrid, lo practican sus menos amables llamadas “fuerzas vivas”, Franco forzó el crecimiento de la capital de España, por ser capital de España; sólo por eso. Su crecimiento industrial, obra del favoritismo capitalino, la ha llevado a reventar los límites provinciales vecinos. Demasiada concentración, en un país tan desindustrializado. Franco lo empezó, aunque desde Carlos III -que para eso se le conoce como “el mejor alcalde de Madrid”-, se ha venido favoreciendo a la capital en detrimento de una “patria”, tan pregonada como lamentablemente traicionada, Pero, como todo, las últimas décadas, las de la supuesta “democracia” de la más supuesta transición, lo han superado con asombrosa amplitud.

Los años de la alternancia política tan lejana de la democracia, han hecho crecer la espiral, con dotaciones muy por encima de la media. La han distanciado más, del resto, con alguna contada excepción para confirmar la regla. En Madrid el crecimiento ha continuado, gracias a mucha lamentable despoblación, se ha hecho crecer la industria para sarcasmo de un Estado hecho a su servicio. La centralización del poder, obra de la dicha partitocracia, -medios de comunicación altamente centralizados, sedes centrales de organismos oficiales, oficiosos y privados- colma de honores a la capital para justificar la diferencia de trato en su favor. No sólo órganos de gobierno: todas las centrales ejercen de madrileñas, desde entidades diversas y medios de comunicación-para quienes las “provincias” son meras aportantes de publicidad- hasta federaciones deportivas, incluido el Comité Olímpico Español.

Todos creyeron que ser “la niña bonita de España” debía repetirse en el mundo. Les vendría muy bien un poco de humildad; la soberbia les ciega y la insinuación de intereses económicos ocultos en miembros del COI debería probarse, no esperar a que parezca verdad un malintencionado comentario.

El COI no ha privado a España de unos juegos olímpicos, pues en los juegos se eligen ciudades, no países. Además, Madrid, los poderes que materializan el centralismo madrileño, pagados con dinero de todos, han recibido su propia medicina. Por ejemplo: ¿qué intereses, poco claros por no decir nada, movieron a los miembros del COE a despreciar la candidatura olímpica de Sevilla en beneficio de la de Madrid, incapaz de -por una mínima educada cortesía- haber esperado en vez de enfrentársele en tono triunfalista? ¿Por qué los medios de comunicación se han volcado con la candidatura madrileña y dieron de lado a la sevillana? ¿Por qué el Gobierno y la Monarquía no pusieron en la de Sevilla el mismo interés que han puesto en la de Madrid? Lamentablemente, antigua reflexión atrae: si lo hecho en Madrid es “español” y en Sevilla “un tiro a España”, será que Andalucía no es España. Es conclusión, no idea del comentarista; es lo que parece -¿o parece lo que es?-. Evidente: por la boca muere el pez.

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