Patio de monipodio

Qué cajas

De casi ciento cincuenta cajas, queda media docena. Y ya no son cajas. Se ha perdido el apego al territorio, se ha perdido el sentido social que las animaba. Ello permite a Unicaja cerrar residencias que mantenía Caja de Ronda, y desamparar a impedidos

Qué pena de Caja de Ronda, liquidada por Braulio Medel, para construir “la mayor entidad financiera de Andalucía”. “Ahora somos más grandes”, frase socorrida de tantos inútiles como creen en el tamaño por encima del servicio. La Caja de Ahorros de Ronda era una entidad social y mantenía el servicio. liquidado por Medel -como ya liquidó la propia Caja- expulsando, expropiando a cuatro ancianas para cerrar la Residencia. Caja de Ronda cumplía la labor social que otorgaba personalidad a las cajas y era el motivo de su existencia. Hasta que las convirtieron en bancos. De casi ciento cincuenta cajas, queda media docena. Y ya no son cajas. Se ha perdido el apego al territorio, se ha perdido el sentido social que las animaba. Ello permite a Unicaja cerrar residencias que mantenía Caja de Ronda, y desamparar a impedidos.
 

O a la primera Caja de España, que hace muchos años abandonó el sentido social de su existencia, utilizar la leonina ley hipotecaria vigente, para echar de su casa a una mujer con dos hijos pequeños y, tras arduas negociaciones del 15M y de la Junta de Andalucía, acceder a esperar ¡a febrero!, pero sólo si la mujer, que percibe cien euros al mes, abona, como mínimo, dos mensualidades. Eso, o hacerse publicidad, a veces subliminal, a veces descarada, con cargo a la Obra Social que, en consecuencia, es inexistente
 

Bien está que los negocios se monten para obtener beneficios. Pero las cajas de ahorros no eran negocios; por algo ni tienen Consejo de Administración, aunque se hayan buscado subterfugios ¿legales? Para privatizarlas. Ahora han desaparecido, son bancos; pero aún así, el mínimo decoro, el mínimo nivel de consciente conciencia, debería aconsejarles mesura y algo de paciencia. No tanta como hace falta con ellos y sus cobros por comisiones, gastos y etcéteras sin fin. Construir un bloque de viviendas para alquiler puede ser una “obra  social”. Puede serlo, en la medida en que  el alquiler y el bloque, no sean sólo un supernegocio encubierto por las subvenciones, ayudas y ahorros en impuestos. Exigir a una mujer con unos ingresos únicos, comprobados, de cien euros, el pago de al menos dos mensualidades para aplazar su expulsión, no pasa de burdo y soez abuso usurero-especulativo. Y camelo indecoroso, en tanto impone una condición de imposible cumplimiento. Algo así como prevaricar, aunque no se prevarique.
 

Ahora, encima, absorben Cajasol, con razonables dudas sobre su legalidad (tanto que debería ser investigado de oficio), para ampliar su radio de acción, para ampliar y “mejorar” sus posibilidades de dejar gente en la calle, para llevarse más, para ingresar más en su ciudad de origen y menos en el lugar de recaudación.
 

En esto han quedado las entidades benéfico-sociales que eran las cajas. Habrá que volver a inventarlas. Las cajas han desaparecido en servil pleitesía a las exigencias de Alemania, dónde hay más de cuatrocientas: aquí está el agravio. Parte del agravio. Pero, con o sin Merkel, con o sin sus lacayos Zapatero y Rajoy, las cajas de ahorros son necesarias. Las han matado, pues tendrán que reaparecer. En no demasiado tiempo veremos nuevas cajas de ahorros, que esperemos sepan blindarse contra el control de los políticos y los embates de la gran banca.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN