Todo eso que callamos es lo que más necesitamos decir. Eso que queremos contar para sentirnos libres pero que no estamos seguros de hacerlo. Porque todos tenemos secretos, todos tenemos algo que en algún momento, por a o por b, no hemos querido confesar a nadie o solo lo hemos confesado a ciertas personas. Tal vez, si nos planteáramos desvelarlos nos sentiríamos más libres, seríamos aún más auténticos, más tú. Pero no nos creemos capaces de hacerlo, no vemos la forma de empezar a contar nuestro secreto. No nos sentimos completamente seguros ni tenemos la certeza de que eso que vayamos a contar pueda ser del agrado de los demás. Pero a fin de cuentas, tenemos que limitarnos a vivir para nosotros mismos. Si no somos felices, ¿cómo pretendemos hacer feliz al resto? Por eso quizás debamos empezar a despojarnos de todos nuestros miedos, quitarnos todas esas barreras que nos impiden ser quien verdaderamente somos y comenzar a mostrarnos tal y como somos. Sin temer que nuestros secretos puedan influenciar nuestro día a día. Todo tiene solución, pero callarlo no es la más apropiada. Callarlo te impide tener el respaldo de todas esas personas que te quieren. Callarlo supone tener que tragar, una y otra vez, con algo que puede consumirte lentamente. Grita a los cuatro vientos eso que quieres decir, sé tú misma y vive, vive siendo feliz, con la conciencia tranquila. Y en eso, solo mandas tú, solo tú tienes el poder de hacerlo posible. Cuenta tus secretos, quizás alguien pueda ayudarte.
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