Seguimos esperando en la ventana a que la oportunidad nos llegue en vez de salir a buscarla. Caminamos con la vista en las nuevas tecnologías en lugar de echar el ojo a todo aquello que nos rodea. Los besos se han devaluado y los te quiero están en sobreuso. La toalla está en el suelo antes de haber intentado alcanzar nuestros objetivos. Las lágrimas inundan a cientos de personas en su propio mar sin ofrecerle ninguna solución. El recuerdo nos mata y la verdad nos acobarda mientras a la culpa nadie la quiere. La vergüenza la perdimos en el último bar y la esperanza la olvidamos de camino a casa. Los lunes son para echarle ganas en lugar de reproches. Quien te da la mano es quien más requiere de tu ayuda. Los sueños mueren en la noche entre pesadillas en lugar de ser alcanzados. La envidia es el nuevo virus que afectó a la sociedad. Y el principal culpable de todo esto somos nosotros mismos. Nosotros. Aquellos que no se paran a pensar un momento. Aquellos que lentamente se van consumiendo por dentro. Que quieren creer que todo va bien, cuando no saben que las cosas pueden ir aún mejor. Y solo basta con unos minutos. Unos minutos que te hagan cambiar. Que te hagan pensar en todo lo que te tiene preparado el mañana, que a fin de cuentas, se convertirá en hoy en un futuro no muy lejano. Así que toma las riendas, que mañana puede ser ya tarde.
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