¿Por qué los sentimientos no vienen con un prospecto que nos ayude a gestionarlos? Son numerosas las veces que nos preguntamos qué hacer en un momento determinado de nuestras vidas con los sentimientos, ya que están atormentándonos o confundiéndonos. Y es que tienen el poder de hacernos sentir entre la espada y la pared. Tienen el poder de acorralarnos en cualquier momento y hacernos sentir con la soga al cuello. O el poder de hacernos llegar a sentir plenamente felices, estadio difícilmente alcanzable. No elegimos qué sentir, tampoco somos capaces de controlarlos. Los sentimientos son personales e intransferibles, únicos como la vida misma. No podemos pretender que una vivencia cause las mismas emociones en distintas personas, porque cada uno tiene su propia forma de sentir. Y esto es lo que verdaderamente le da valor. Podríamos medir cada sentimiento, pero perderíamos nuestra seña de identidad. Dejaríamos de ser nosotros mismos y pasaríamos a ser muñecos emocionales programados. Porque no debemos tenerle miedo a todo lo que podamos sentir, porque es lo que el destino nos tiene preparado. Nos tiene preparadas emociones y sentimientos que van ligados a ciertos momentos. Quién sabe si mañana tendrás lugar para experimentarlo. Que como dice el refrán “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Existen personas que quieren echar el freno, ponerle un límite a cada emoción sentida. Si queremos reír, amar, sorprendernos, disgustarnos... ¿por qué debemos evitar hacerlo? Entiendo que a veces el orgullo nos pueda, que sea más fuerte que nosotros, pero no puede llegar a distanciarnos de experimentar lo que deseamos. Por eso vive cada instante como buenamente apetezca, dejando que las emociones fluyan y te salpiquen una vez más.
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