¿Qué haces justo en ese momento en el que sientes que algo es para ti pero no es el tiempo adecuado de que eso ocurra? ¿Qué haces cuando todas esas ganas le están pudiendo poco a poco a las prisas y al desbarajuste? ¿Esperas a ese instante que tanto deseas o huyes sin querer hacerlo? Hay quién no tiene la suficiente paciencia, porque esperar muchas veces termina consumiéndote pero no tenemos la suficiente fuerza como para marcharnos. Porque no queremos hacerlo. No queremos salir de aquí. Salir de ese lugar dónde una vez nos olvidamos de que existía un resto. De que existían unas fechas de caducidad dentro del paraíso. Dime tú que harías. Llevo bastante pensando en que solo seremos si queremos ser. Pensando en que el destino es el encargado de guardarnos las oportunidades. Ya se podría encargar de guardarte en secreto a ti para que nadie te descubra. Que a veces más vale intentarlo tarde que no hacerlo nunca. Porque no hay nada peor que la duda de todo eso que podría haber sido y no fue. Nada peor que imaginarte día tras día en tu cabeza deseos inalcanzables por culpa de no haberle jugado de cara al destino. Que más vale encontrarnos antes de que caigamos en el olvido. Antes de que perdamos la noción del tiempo y nos perdamos a nosotros mismos. Pero ahora solo cabe esperar a quién se atreva a dar el primer paso. Porque ya no me imagino quién querrá después de todas revoluciones que hemos sufrido, dar rienda suelta a los sentimientos, sin miedo a qué pueda pasar. Sin miedo al qué dirán. Sin ninguna coraza que nos impida darlo todo y nos oprima el deseo. Quién querrá quemarse una vez más en el fuego. Ya me dijeron una vez que dónde hubo fuego, cenizas quedan y yo estoy dispuesta a hacer que vuelvan a arder. Que quién ya se quemó una vez, no le importa volver a hacerlo. Que queremos que siga siendo primavera en este frío invierno. Y que no nos importa, si después de todo, salimos vencedores de esta batalla que un día empezamos.
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