Palabras en Libertad

El PSOE en la encrucijada

En estas está el PSOE, sumido en el letargo invernal y dedicado a sí mismo, buscando su sitio en el mapa

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¿Puede el PSOE permitirse el proceso en el que está inmerso?  Es evidente que no. Desde diciembre desde 2015, cuando comenzó a acumular derrotas electorales en las elecciones legislativas, el debate interno se ha ido imponiendo a la práctica de una gestión normal. El lanzamiento de la crisis no solo fue el resultado cosechado el 20 de diciembre de aquél año, sino el discurso del ‘resultado histórico obtenido’ hecho por el secretario general  aquella misma noche ante el estupor de la audiencia.

Esa fecha y ese discurso marcan el inicio de la crisis, aunque hubiera datos que apuntaran hacia ella desde algún tiempo anterior. Negociaciones y elecciones territoriales por medio – con los resultados más adversos que se hayan conocido en Galicia y en Euskadi – el PSOE comenzó a bullir como una olla a presión hasta la segunda derrota, aún peor, y desde entonces.

Algunos creen que la situación actual es producto de la dimisión estatutaria de Pedro Sánchez cuando no tuvo la mayoría suficiente para continuar en el cargo y con sus planes. Pero el problema ya estaba arraigado en la cuenta de resultados de un partido que siempre se situó en la disponibilidad para ganar y gobernar.  En los prolegómenos del Comité Federal del 1 de octubre el PSOE ya solo aspiraba a resistir y contentarse con no ser superado por Podemos al mismo tiempo que Sánchez  ya trabajaban en algún tipo de algoritmo secreto que lo condujera- con el peor resultado de la historia en su haber – hasta la Moncloa, pactando con quien fuera lo que fuera.

En ese trance político, Sánchez intenta afianzarse en el poder al margen de su nefasta gestión y promueve un ‘congreso express’ con una elección primaria del secretario general sin tiempo real para la competencia interna.

En estas está el PSOE, sumido en el letargo invernal y dedicado a sí mismo, buscando su sitio en el mapa, incapaz de superar su propio drama. Puede que el arranque oficial de la campaña y la irrupción de una alternativa  al hombre que condujo al socialismo al abismo, sea la primavera que el PSOE necesita.
La entrada en juego de Susana Díaz pondrá en juego a todo el PSOE que hasta ahora solo era el PSOE de los militantes de Sánchez, que ha jugado a aparentar ser el PSOE de todos los militantes atribuyéndose para sí mismo el liderazgo de los abajo frente a los de arriba.

No es nueva la pobreza cultural del discurso de Sánchez ni extraña la mediocridad argumental que emplea, tan aplaudida por sus más fanáticos seguidores. Tampoco es de sorprender la escasez de ideas conociendo las capacidades limitadas de que dispone, tan condicionado por la ambición que le domina y que le hacen confundir verdad y mentira con la cerrazón del oportunista;  lo que será nuevo es que muchos que simpatizan con el PSOE o que simplemente lo podrían votar,  pueden ver la luz al final del túnel y que de una vez la crisis interna dé lugar a una nueva dirección, una nueva política y una nueva oportunidad.

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