Palabras en Libertad

El terreno firme de los socialistas

No es extraño pensar en el poder que tienen estos políticos del pueblo, capaces de representar con tanta dignidad a la gente por la que pelean

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Cuando la política se hace en las alturas es difícil percibir que bajo los pies se mueven arenas movedizas. No pasa lo mismo en la vida local, en ella los protagonistas de las instituciones conocen muy bien el terreno. Azaña aseguró que en el Jardín de los Frailes había pisado el suelo más seguro de toda su vida. Se trataba del firme donde se asientan las certezas. Luego fue presidente de la República y el suelo se quebró bajo sus pies.

Los que se manejan en la cercanía real, no en la imaginaria del discurso de postín, saben que el contacto directo con los ciudadanos es el motor que los mantiene a flote. En esa realidad pública se cimenta su liderazgo y ante ella se construye un carisma difícilde igualar. Los alcaldes son el caso singular del político reconocido por sus vecinos, admirado y respetado por ellos y con el que tejen una red de complicidades que actúa como fuente inagotable de sus éxitos. No es difícil encontrarlos. Mientras algunos de ellos se han distinguido por la polémica, la agresión soez y la estulticia como forma de alcanzar la fama aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, otros se han preocupado de crear hilos invisibles con sus vecinos atendiendo a sus problemas y necesidades. Por eso ellos ganan elecciones.

De Tierno podríamos decir que fue el más grande de todos. Pero hay muchos más, alcaldes que se mimetizan con su entorno y que cuando hablas con ellos son incapaces de abstraerse de su obligación.
Estando en FITUR fui al pabellón de Jaén y allí estaban José Antonio Mallou, editor de este periódico y Francisco Reyes, presidente de la Diputación y uno de los socialistas que llena de savia nueva cada uno de sus empeños institucionales. Paco Reyes se refirió a Abel Caballero – el alcalde de alcaldes – como un hombre en simbiosis con su ciudad, de esos a los que la gente quiere acercarse cuando pasean por las calles. Sabe de lo que habla, porque a él le pasa lo mismo en su pueblo, en su partido y en la provincia. No son muchos, pero alguno más hay en la verdadera política de izquierdas: la de los socialistas comprometidos con sus municipios.

Por eso no es extraño pensar en el poder que tienen estos políticos del pueblo, capaces de representar con tanta dignidad a la gente por la que pelean ante quien sea. Un poder real sin el que el PSOE no tiene futuro.
El PSOE en el que me gusta creer está hecho de estos militantes. Son la corriente que comunica al partido con la sociedad en un viaje de ida y vuelta: hay que escucharlos y deben hablar. El PSOE se construye al margen de chisgarabís de la política que actúan instalados en la vendetta. Se hace con hombres y mujeres que pisan firmen el suelo de sus pueblos y ciudades tanto como la cima de sus convicciones. Y ha sido, y es, acertada la estrategia de Susana Díaz de contar con ellos para ganar elecciones.

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