Se oyó de nuevo la voz pausada y amable de Alfonso Guerra en el salón de actos de Ferraz. Después de años, “con la grata sensación de haber vuelto a casa”, el veterano socialista acudió a presentar la nueva etapa de El Socialista. Fue un reencuentro con la historia centenaria del medio y del partido, con lo mejor de sus esencias, con la naturaleza misma y la razón de ser de los socialistas. Habló con palabras viejas: solidaridad, compromiso, libertad, pero traídas con el lenguaje de hoy a la actualidad por quien fue en su día director del medio, en los tiempos duros de la dictadura, cuando el PSOE se debatía entre la dirección del exilio y los jóvenes audaces que querían dirigir desde España la lucha por las libertades adaptada a su tiempo.
Resonaron los nombres de los socialistas que habían dirigido el periódico del partido obrero, y se puso énfasis en Indalecio Prieto, que en los años más negros de nuestra historia, los de la guerra civil, llamaba a respetar, aun en la contienda, los principios de generosidad y humanidad.
Las palabras de Alfonso Guerra sirvieron de nexo de la historia con el presente actual, por comparación inevitable con un tiempo, el de hoy, convulso de enfrentamientos desmesurados en el PSOE. De sus palabras didácticas, con el lenguaje sencillo de quien no tiene nada que demostrar, puso de relieve el valor y la entrega de aquellos que forjaron el ideal del socialismo democrático en nuestro país. La contraposición con las nada ejemplificadoras escenas de confrontación actual y la deriva del PSOE de estos últimos años, fue, de inmediato,percibida por los asistentes que atendían la lección ética que prestaba Guerra, no con el afán de serlo sino con esa consecuencia.
El Socialista surgió, como el PSOE, en una España sin libertad dando cobijo en sus páginas, como el partido en sus filas, a quienes querían construir un mundo mejor desde el valor de unos ideales que se consagrarían a lo largo de los años. La militancia histórica ha dejado buenas pruebas de ese nivel de entrega y sacrificio, hasta el punto de haber llenado cárceles y fosas con aquellos que defendieron la causa del partido. El mareo actual con la militancia de los que andan metidos en continuos trasiegos, ora liberales ora puño en alto, ydel posibilismo al oportunismo como medida de su visión del PSOE, deshonra ese pasado de orgullo. Sumergidos los socialistasen una crisis sin precedentes en la historia moderna, la voz rigurosa y el discurso sólido y contrastado de Guerra dibujó el perfil de lo que nunca debió dejar de ser el PSOE. En puertas de un proceso político en el que la sinrazón de unos dirigentes que solo atesoran en su gestión fracasos electorales, los socialistas deben recuperar el hilo de la historia roto por el adanismo sin sentido que tanto daño ha hecho y la lógica del ‘amado líder’ que pretende imponerse.
Deben escuchar las voces de los que precisamente ganan elecciones – porque ellos son los que de verdad conectan con quien más importa: los ciudadanos y ciudadanas - y que reclaman el fin de las etiquetas, la reivindicación del compañerismo – el enfrentamiento es insoportable para cualquier espectador- y el proyecto socialista con autonomía para ser útil a la sociedad como propuesta mayoritaria entre ella.
El Socialista ya está en la Red y en las redes, ahora solo falta que los socialistas las entiendan como un espacio para una nueva forma de comunicación política, hecha con calidad y que aporte valor, que transmita información y explicaciones, que ayude a acercar el discurso a los más jóvenes, rompiendo las tendencias actuales del electorado, que eviten convertirlas en espacio de insulto y confrontación y que, utilizadas por los que tienen capacidad para ello, sirvan para difundir valores, ideas, propuestas y gestión con contenidos de interés. Las redes sociales, son un hecho. Y de quién y cómo las utilice dependerá la conexión futura del PSOE con la ciudadanía, pues son, como lo fue El Socialista en su día, una herramienta inevitable para llegar a la inmensa mayoría.
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