Notas de un lector

Historias de JRJ

El hecho de que aún sigan inéditos buena parte de sus escritos, no obedece tan sólo a su altísima producción, sino a la falta de interés por él en el pasado

Cincuenta y nueve años después de su muerte, JRJ sigue alentando con la pureza de su verso el ayer y el mañana de la Poesía. Inagotables son las múltiples realidades que avivan su lectura, como inagotable es el caudal que los familiares, amantes y estudiosos de su legado siguen ofreciendo al lector de hoy. El hecho de que aún permanezcan inéditos buena parte de sus escritos, no obedece tan sólo a su altísima producción, sino a la falta de interés que en épocas pasadas suscitó la obra del moguereño. Por fortuna, para todos aquellos que continuamos admirando su quehacer, ve ahora la luz “Historias” (Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2017).

      Fechados en Moguer entre 1909 y 1912, los textos de “Historias” se mantuvieron muy cerca de Juan Ramón Jiménez durante toda su vida. En 1921, el poeta afrontó la corrección del libro y algunos de esos poemas fueron integrándose en distintas antologías; sin embargo, otros, quedaron pendientes de publicación conforme al esquema que el propio JRJ fijase en su exilio de Puerto Rico.
Como responsable del legado del poeta y exquisita centinela y difusora de su obra, Carmen Hernández-Pinzón ha recuperado veintisiete poemas inéditos procedentes de la Sala Zenobia-JRJ de la Universidad de Puerto Rico.
La edición ha corrido a cargo de Rocío Fernández Berrocal, reconocida especialista del maestro andaluz, e incluye un revelador y preciso estudio previo. En él, el lector hallará las claves vitales y literarias que llevaron a JRJ a pergeñar este volumen pleno de tristuras, nostalgias y ensoñadoras emociones.
“`Historias´ lleva implícita, como Platero y yo, toda la fuerza y proyección que para su creación tuvo su pueblo natal, toda la luz con el tiempo dentro que se reflejó en su obra hasta Espacio, el Juan Ramón puro de los niños, el poeta elegíaco, el escritor que observa con hondura la realidad y se conmueve ante los desfavorecidos, en un momento en el que su escritura se aleja ya del romanticismo excesivo de sus comienzos y ofrece un mayor dominio del lenguaje expresivo”, anota en su prefacio Fernández Berrocal.

     Dividido en cuatro secciones, “Historias para niños sin corazón”, “Otras marinas de ensueño”, “La niña muerta” y “El tren lejano”, el volumen es un ejemplo de belleza lírica, de sensibilidad.
La muerte de su sobrina -a causa de una meningitis-, sume a JRJ en un estado de profunda tristeza. La estremecedora cita con la que se abre la tercera sección del conjunto, reza así: “A la blanca memoria de María Pepa, muerta en la tierra a los 26 meses viva siempre en el cielo de Moguer. -Me parece que oigo el ruido de tu alma jugando, en el techo azul del cielo de Moguer, como antes en el de la casa de la calle Nueva, donde estás ahora”.
Los poemas surgen oscurecidos por el dolor, pero envueltos en un aroma inconfundiblemente juanramoniano: “Yo, la tuve cojida por la mano,/ mucho tiempo después de haberse muerto,/ por si podía (yo)/ ayudarla a pasar por el misterio./ Después, hubo un instante/ en que sentí pararse algo, dentro/ de no sé qué -¿de ella, de mí?-;/ y le dejé su mano/ sobre su pecho,/ ya en el lugar seguro toda/ la levedad del vivo jazminero”.

     “Historias” se complementa con un cuaderno gráfico con fotos y facsímiles de los manuscritos, que convierte esta edición en un “resplandor vehemente ilusionado y trájico”.

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